Y la verdad, es que después de contarle a Laparca el sueño así por encima, me apeteció escribirlo. Obviamente rellenando cosillas que no me dio tiempo a soñar, pero al menos será entretenido.
Empezamos con "Infectados"
-Esa gente está loca. Afirmar la existencia de tales criaturas...-, chascó la lengua una vez, y terminó de atarse los cordones de ambos zapatos. La corbata iba a ser más difícil.
Vivía solo en el centro de la ciudad, estaba ya rondando los 50 años de edad, su padre murió cuando él tenía 20 años y su madre había fallecido hacía un par de años. Jamás se había casado, pese a que en su juventud pretendiese a alguna chica, solía ser demasiado raro o extravagante y metía la pata a menudo con el sexo opuesto. Llegó un momento en que prefirió la soledad de hecho, y la compañía pagada en ocasiones, antes de realizar el sueño de su madre de tener nietos. Al fin y al cabo, para él aquello era algo secundario. Él quería triunfar como poeta.
-Voy a llegar tarde si sigo viendo esta porquería.-, apagó la televisión, desistió de la corbata y salió por la puerta de su apartamento. Debía coger un taxi, ya que con el calor del verano el metro le resultaba demasiado nauseabundo, y probablemente terminaría sudando, no quedaría bien delante de las cámaras.
Habían solicitado su presencia en una tertulia para la televisión local, creía que sería su gran salto a la fama, poco a poco, pero lograría que el mundo entero supiese de su existencia.