Quien entra en este loco mundo..

domingo, 20 de abril de 2008

Minuto de Silencio 16ª


Marcos estaba llegando ya a la parada donde debía bajarse. Había estado todo el camino escuchando música sin prestar atención a las letras como solía hacer. Hoy no podía despejar la mente. Lo único que tenía en la cabeza era una cabellera pelirroja, que concentrándose un poco conseguía quemarle los ojos.

Ni siquiera se había podido dormir, era cerrar los ojos y verla a ella. “Dios mío, ¿será esto lo que siente Fran cada vez que se enamora?”

Ahí estaba ella, regresaba a casa, no podía creerse la suerte que había tenido esa noche, todo lo que le había pasado, y se encontraba muy feliz y distraída. En su mente solo aparecía él, era tan feliz…

Unos pasos se oían a su espalda, ni siquiera se había dado cuenta, solo escuchaba el ruido de sus tacones en la acera.

Los pasos a su espalda se apresuraban y aumentaban la velocidad. “Dentro de poco la alcanzaré”. Se oyó una hoja metálica rasgando el aire levemente mientras salía de la prisión que la guardaba.

Ella notó un empujón y se cayó al suelo. Alguien le había empujado a posta. Cuando miró quien era, enmudeció su rostro, tenía una pequeña navaja en la mano izquierda. Se abalanzó sobre ella. Gritaba, pedía auxilio, pero nadie la escuchaba,

“Cállate” pensaba, le apuñaló una y otra vez en el pecho y en el estómago, pero ella no se callaba, seguía gritando. La hoja de la navaja apenas alcanzaba los 6 centímetros, así no conseguiría matarla deprisa, “Tenía que haber cogido un cuchillo de cocina más largo.” Se estaba dando toda la prisa que podía, escuchaba los gritos en su cabeza. Ella seguía retorciéndose, pero era incapaz de librarse del agarre y las puñaladas. “¡Muere zorra!”, le daba una y otra vez.

Pasado un rato, ella dejó de moverse tan insistentemente, pero seguía viva, seguía respirando aunque con dificultad. Se levantó, mientras ella seguía ahí tirada en el suelo, un poco apoyada contra la pared. Miró alrededor y vio una cuerda en el suelo, era probablemente la goma de una carpeta escolar. “No importa, con esto se callará de una vez”. Los gritos estaban metidos en su cabeza, en su mente, ella estaba inconsciente, era imposible que gritara de nuevo. Aunque le había dado alrededor de 15 puñaladas, aún seguía viva, “¡Ahora morirás puta!”.

Cogió la goma elástica se volvió a poner sobre ella, le apartó el pelo de la cara y del cuello y la pasó alrededor de éste. Empezó a apretar con fuerza. Ella pareció abrir los ojos de nuevo, pero en realidad solo los tenía en blanco. “¡Muérete ya!, ¡Joder!”, la rabia le estaba inundando mientras apretaba su cuello, ya no le valía con la cuerda, terminó asfixiándola con las manos. “¡Calla!”.

Cuando ella había dejado de respirar por completo, todavía seguía oyendo los gritos en su cabeza, habían pasado varios minutos desde que había terminado con aquel acto salvaje, cuando gritó – ¡Cállate de una vez!, te he matado, ¿me oyes? ¡Te he matado!, ya no puedes seguir gritando. Estás muerta puta asquerosa, ¡muerta!- y comenzó a pegarle bofetadas en la cara al cadáver, mientras la melena morena de la pobre chica se mezclaba con la sangre del suelo.

Eran las 3 y media de la mañana, cuando se despertó de golpe. Otra vez había soñado con lo del sábado. Estaba claro que aquello podría volver loco a cualquiera, tenía que tranquilizarse. “Voy al baño y me despejo para no volver a soñar con esa chica.”, aunque ahora parecía completamente normal, el sábado su cuerpo parecía poseído por un demonio y aún por dentro, sabía que todo aquello no había acabado, Claudia había cometido un error fatal, había estado haciendo daño, pero no era la única, todavía no había terminado. Los gritos en su cabeza seguían sonando.

Se miró frente al espejo, no había encendido la luz, no podía ver su cara en ese momento. Dejó correr un poco de agua y se la echó por la cara. Todo iba a comenzar de nuevo muy pronto.

Minuto de Silencio Regresa, 2ª Temporada

Esta noche nueva parte de Minuto de Silencio, retomamos tras la pausa publicitaria....ejem, más bien médica, pero retomamos. La colgaré justo antes de que empiece 4 Milenio, que ya sabéis que no me pierdo el programa.
Terminaré la historia, no se va a alargar mucho, aunque aún queda para que podáis entreteneros unos cuando días más, quizá hasta un mes.

Hasta esta noche.

viernes, 11 de abril de 2008

jueves, 10 de abril de 2008

Minuto de Silencio 15ª

((((Ya sé, que este si es cortito, pero ponerse en mi situación, normalmente algo como esto se escribie con calma y tiempo, que luego pasa lo que pasa, que me salen churros.))))


Llegaron a Chamartín entre risas, lo cierto es ya parecían estar algo más sueltos. El abismo empezaba a parecer un simple pozo.

-Sabes, yo me suelo quedar hasta tarde todos los días, cojo el tren a estas horas, porque me quedo en la biblioteca estudiando.- dijo Olga al rato.

-Pues yo que tú tendría más cuidado, sobre todo después de esto. Debe ser peligroso para las chicas.- Marcos se preocupaba de verdad.

-¿Te quedas tu sola o con alguien más?-,

-Pues sola, porque antes no iba a la biblioteca, me quedaba con mi ex. Ahora no tengo a nadie que se quede, mis amigas se toman la universidad de una forma más pausada aún que yo.-

-Pues deberías no quedarte sola durante una temporada al menos.-

Olga veía que Marcos se preocupaba, y aunque realmente tenía miedo no quería volver a su casa temprano.

-Bueno, lo mismo intentaré irme a casa antes de que anochezca, que suele haber más gente también por aquí.-

-Lo importante es que no estés aquí los fines de semana. Aunque bueno creo que ahora las bibliotecas no abren los fines, solo durante época de exámenes.-

-Sí, y acabamos de terminar con los de febrero.-

El tren volvía a arrancar, se les estaba pasando el tiempo realmente rápido.

“Solo hablamos sobre la universidad, pero es normal”.

El resto del tiempo pasó entre risas y comentarios sobre la universidad, pero los dos estaban a gusto. Bajaron del tren y cogieron la línea 6 de metro en Nuevos Ministerios

Olga se daba cuenta del poco tiempo que les quedaba. Tan solo contaban dos paradas hasta Avenida de América, y Marcos se bajaría, y hasta que lo volviese a ver pasaría quizá bastante tiempo, o no, pero no quería arriesgarse.

-¿Te apetece quedar algún día para tomar otro café? Pero esta vez café en condiciones.- Olga lo soltó rápido, porque si seguía pensándolo seguramente llegarían al destino de Marcos sin decir una palabra.

“¿Acaba de pedirme una cita a la antigua?”. Aunque sonase extraño, ya que jamás le había ocurrido algo así. Marcos creyó echarse a temblar. “No, no puede ser. Solo es en plan de amigos, acaba de dejarle su novio.”

-Pues…bueno, por mi de acuerdo. El otro café me sentó bastante mal. Demasiado caliente y al final no lo acabé.- “¿Para qué digo tonterías?”.

-Bueno pues si eso apunta mi número del móvil.- Dijo Olga sonriendo.

-Sí, Sí.- Marcos se apresuró a sacar el suyo, dispuesto a copiar el número, como si ella fuese a cambiar de opinión en cualquier momento.

Marcos apuntó el número y le dio el suyo a Olga justo cuando ya llegaban a Avenida de América. Él iba a abrir las puertas ya, se bajaría por la parte de en medio de los andenes.

Estaba muy cortado porque hubiese preferido darle dos besos en las mejillas antes de bajarse. Pero ambos se cortaron y no hubo besos de despedida, solo un adiós, y antes de salir por la puerta un leve movimiento de la mano izquierda.

Mientras caminaba y subía las primeras escaleras mecánicas, Marcos parecía un autómata, recorriendo el camino porque estaba gravado en su cerebro. Cuando torció a la izquierda para salir al intercambiador, pareció volver en sí, mientras un tipo de color cantaba canciones en inglés en la esquina delante de las otras escaleras mecánicas.

Curiosamente se trataba de canciones de amor, y aquello era lo que le había echo volver a su cuerpo.

Tenía su teléfono. “Creo que no he sido tan feliz… nunca”. Ahora solo tenía que pensar en como quedaría con ella. No le había pedido una cita jamás en la vida a ninguna chica. No sabía si aquello era realidad. Una preciosidad pelirroja, le había dicho de quedar para tomar café, e incluso se habían dado los números de teléfono. ¿Cómo lo haría para quedar con ella? No paraba de preguntárselo.

Llegó a la dársena del 229 y esperó la fila de gente. No había mucha, aunque tras de sí empezó a hacerse más larga. Siempre tenía suerte para eso, siempre conseguía asiento de ventanilla.

Olga continuaba en el metro. “Ha sido un poco rápido”, pensaba en que la forma había sido un poco impactante, tanto, que incluso Marcos se había asustado y no se habían despedido con los tradicionales dos besos. Bueno, pero tenía su número de teléfono. Si su ex ya estaba con otras chicas, ¿por qué ella no iba a poder quedar con otros chicos? “¿Para qué pienso en él? Tengo que olvidarme de ese gilipollas”. Olga quería sacudirse la cabeza como para despejarse y sacar de ahí a Nacho. Pero había demasiada gente en el metro e iba sola. No quería llamar la atención así, tal vez si hubiese estado acompañada, así no la tomarían por loca.

Bueno, su metro llegaba Sainz de Baranda, se le había echo cortísimo el trayecto de vuelta a casa. Ni su ex le acompañaba tanto los últimos años de relación.

miércoles, 9 de abril de 2008

Intromisión de viejos tiempos.


Foto rescatada de archivo. Ese bachillerato. En la biblioteca haciendo como que estudiábamos. ¡Pero cuantos éramos por dios!

martes, 8 de abril de 2008

Minuto de Silencio 14ª parte (cortita)


El tren paró en Fuencarral. Nadie se apeó en la estación, entró gente, pero no al último vagón donde se encontraban Olga y Marcos.

-Cada uno se saca el curso como puede, quien puede sacarse curso por año, enhorabuena, pero es lo que hay, aquí estamos los que vamos poco a poco.- esta vez Olga soltó una pequeña risa. A Marcos le gustó que riese. Veía el gran contraste con la primera vez, cuando la encontró llorando bajo la lluvia. Él también sonrió. El caso es que la frase en sí era una tontería, pero estaba seguro de que Olga reía nerviosa.

-Bueno, yo calculo….- Marcos quiso poner cara de interesante, se tocó la patilla izquierda de las gafas con la mano del mismo lado y torció la boca un poco, en una expresión graciosa. –Que en 5 años más la habré acabado.- Y también soltó una risa, lo mismo que Olga. La cara no le había quedado precisamente muy interesante. Pero ambos forzaban bastante la conversación.

Cuando volvían a estar en circulación camino de Chamartín, a Marcos se le ocurrió preguntar de nuevo, intentando ser delicado.

-Perdona que te lo pregunte pero, cuando nos conocimos estabas llorando, ¿no?-, Olga cambió la expresión, pero no denotaba tanta tristeza como en la otra ocasión, en la que un camarero había impedido que ella diera una respuesta.

-Si, lloraba…- hizo una pausa, Marcos creyó en ese momento que no debía haber hecho aquella pregunta.

-Ese día había quedado con mi novio en la cafetería del fondo de económicas.- Cuando Marcos oyó la palabra “novio” se le encogió el estómago. Pero ella continuó.

-Llevábamos 5 años saliendo, desde el instituto. De hecho yo hago económicas porque aunque suene a topicazo, soy la típica estúpida que escogió la carrera y la universidad pensando en él antes que en mí misma.- Esbozó una sonrisa de medio lado, que se quedó en una mueca.

Marcos escuchaba, sabía que si la interrumpía volverían al mismo estado de conversaciones pausadas que antes.

-Pues la semana pasada decidió que ya no me quería. Así de pronto. Me dejó ese mismo día y yo salí corriendo de la facultad aguantándome para no llorar, y el resto de lo que pasó ya lo sabes. Estallé cuando salí a la calle y como estaba lloviendo pensé que no se notaría tanto.- Ahora intentó otra sonrisa, quería quitarle importancia dando un toque cómico al asunto.

Fran pensaba que lo podía haber evitado. Ahora no entendía cómo podía haber echo aquello esa noche después de hablar con Claudia, cómo se había ido por ahí tan tranquilo. Pero claro, Claudia le había dicho que él le estaba esperando.

Tenía que hablar con aquel chico. “Él es el culpable, él la mató.”

Seguía dando vueltas por toda la habitación. De repente le costaba respirar, se puso a llorar, y eso provocó que sus fosas nasales se taponasen muy rápido. Por culpa de eso empezó a respirar más dificultosamente, cogía aire y lo expulsaba de forma rápida, intentaba respirar hondo pero no podía. Se mareaba y se sentó en el borde de la cama. Se puso las manos en el pecho, no podía parar, lloraba y respiraba a toda velocidad, la cabeza empezaba a darle vueltas, los nervios le estaban provocando un dolor punzante en el pecho. Sabía lo que tenía que hacer, volvió a incorporarse e intentó alcanzar la mesilla de debajo del espejo de la pared, ahí guardaba las bolsas, pero al levantarse, con el cambio brusco, el mareo fue tremendo y se desplomó al suelo ya inconsciente.

No era la primera vez que le pasaba, se trataba de una hiperventilación, la primera vez que le ocurrió acababa de morirse su madre.

Marcos no quería dejar ahí la conversación, no quería que ahora ella se sintiese mal por haber tenido que recordar lo de su ex novio.

-Bueno, siendo mi humilde opinión, y créeme que yo no entiendo nada sobre el asunto porque no ha sido mi caso, así que no me lo tengas en cuenta, creo que erais demasiado jóvenes. Un novio fijo no te lo puedes echar en el instituto, es decir, no un novio con el que pensar en casarte. No creo que eso te de mucha opción a vivir y conocer. No quiero ponerme filosófico, pero creo que cuando llegas a la universidad debes empezar a descubrir un montón de cosas, experiencias distintas. No digo que estuviese mal… si no que por lo que veo, no solo en tu caso… otras chicas y chicos. Creo que es mejor buscarte pareja una vez que hayas estado en la universidad. No sé como explicarme mejor… perdona.-, Olga sabía perfectamente lo que quería decirle, quizá no tenía mucho sentido así dicho, pero lo esencial se entendía.

-¿Tú no tienes novia?- preguntó de repente Olga. La curiosidad la mataba. La pregunta le salió de golpe. A veces le pasaba de soltar preguntas indiscretas, sin pensar demasiado en que a lo mejor no debía hacerlas.

-¿Yo? ¿Pero quien iba a querer salir conmigo?- Marcos sonrió, tampoco quería parecer amargado habiendo dado una respuesta así.

-Ahora no me vengas con esas. ¿Auto compadeciéndote? ¡Venga hombre! Un moreno de ojos como los tuyos, entre azules y verdes claros, simpático y guapete… La respuesta correcta hubiera sido que no tienes porque quieres vivir la vida más a gusto y esperabas encontrarla en la universidad.-

Marcos se quedó sorprendido, pero se rió, entre divertido por la salida que había tenido Olga y por algo de vergüenza. Ella le había descrito con características agradables y buenas, no simplemente le había llamado friki.

Ella también reía. “¡Dios mío! ¡Estoy coqueteando!”. Olga acaba de sorprenderse así misma. Y se había dado cuenta de algo muy importante. No conocía a Marcos, pero le atraía. Ya ni sabía el tiempo que llevaba sin haber ligado con un chico. Pero no quería asustar a Marcos, posiblemente él tendría a otras chicas en mente, él estaba soltero desde hacía más tiempo y ella ni una semana. ¿qué opciones tendría de pensar tan siquiera de volver a la “caza” como decía Esther?

-Bueno, No es que yo no quiera, si como querer cualquier chico quiere. Bueno… no quiero que pienses…- Marcos se puso rojo.

-Te entiendo, tranquilo.- Olga empezó a reírse, cosa que hizo que Marcos no perdiera el color rojizo de las mejillas precisamente. Se tapó la boca con la mano, actuación muy propia de chicas, que siempre se tapan para no enseñar los dientes cuando ríen a carcajadas.

domingo, 6 de abril de 2008

Minuto de Silencio 13ª parte

((Es mi ojo derecho. Es que la cosa esta vez va de miradas, y yo me tengo más cerca.))


“Otra vez, ahí está.”. Olga se empezó a poner nerviosa y se le aceleró el corazón otra vez. “¿Por qué?”. Y cómo le estaba mirando. Él también le sonreía y ella se dio cuenta de que tenía los dientes algo amarillentos, solo un poco a causa sin duda del tabaco.

Cuando llegó a su lado se quedó a la derecha de Marcos, al tren le faltaba un minuto todavía para llegar o eso decía el luminoso.

-Hola. ¡Cuánto tiempo!-, -Sí, es cierto.- él tampoco sabía cómo empezar una conversación.

La situación se puso algo incómoda, ahí estaban ellos dos, que días entes habían tomado un café juntos, y ahora no sabían de que hablar.

Olga no quería hablar del tiempo, si hacía eso la conversación sería de lo más frío y además se sentiría ridícula. Hasta que soltó –Te vi esta mañana.- y le miró sonriendo, expectante, quería que él hiciese una pregunta y así poder proseguir. -¿Ah, sí? ¿Dónde?-, ahora podía respirar tranquila. –Pues saliendo de la cafetería de económicas, de la grande del fondo, ibas con 2 amigos. Yo estaba encima en la pasarela con una amiga.- tampoco quería contarle que se había quedado allí mirándolos pasar. Sonaría como si le acosara. -¡Ah! Iba camino de la residencia, a la habitación de uno de ellos para comer y pasar la tarde.-. Pero ahí volvió otro silencio. Mientras que estaban allí pasando frío, sonó la entradilla de la RENFE y dos voces que anunciaban el tren con destino a Alcalá de Henares y la vía por donde iba a pasar. A Olga se le ocurrió preguntar -¿Hacia dónde vas?- justo cuando el tren se veía venir desde el túnel que iba hasta Alcobendas San Sebastián de los Reyes. –Vivo en Alcalá.- Olga sonreía, cambiaba la mirada de Marcos al tren, le sorprendieron dos chispazos que dieron los cables de tensión con el techo de los vagones. –Y ¿tú?- Olga había intuido la pregunta, porque oírla en ese momento le resultaba difícil, el tren comenzaba a frenar y hacía bastante ruido. –Yo vivo en Madrid, por Sainz de Baranda.-, Marcos asintió pero no dijo nada, sería inútil hablar hasta que montasen en el tren.

Tuvieron que desplazarse un poco a la derecha para llegar a la puerta. Marcos pulsó el botón, no salía nadie del vagón, aunque cuando entraron si había gente, pocos, pero no irían solos.

A la izquierda en unos asientos de cuatro se fueron a sentar. Olga se puso en sentido de la marcha junto a la ventanilla, Marcos se puso de espaldas, pero no justamente delante de ella, sino en el asiento que quedaba en diagonal. Mantener distancia y espacio era algo innato en él.

“Debería hacer algo”, Fran daba vueltas por la habitación. Desde que se habían ido sus amigos, estaba poniéndose cada vez más nervioso. Iba andando de un lado a otro, pensando una y otra vez en lo mismo. “Claudia….” Suspiraba y se repetía el nombre de ella una y otra vez.

Se sentía inútil, desesperado por hacer algo, indeciso, necesitaba salir de la residencia, pero no debía marcharse, era demasiado arriesgado.

“No puedo creerme que estemos sentados juntos aquí.”. Marcos no había querido sentarse justo enfrente de ella, no había tanta confianza para imponerle a ella su cara todo el tiempo delante, o al menos eso pensaba.

El tren ya había arrancado e iban en dirección Fuencarral, tendrían unos 15 minutos calculaba Marcos y no quería estar todo ese tiempo callado. Pero entonces ella le preguntó de nuevo. –Ya te quedas en este tren hasta Alcalá, ¿no?-, -No, lo cierto es que hago otro trayecto, aunque parezca más largo, en realidad tardo menos. Me bajo en Nuevos Ministerios, cojo la línea 6 de metro y me bajo en Avenida de América, allí cojo un autobús interurbano que me deja en Alcalá al lado de mi casa.-, Olga volvía a sonreír. Lo cierto era que arrancarle las palabras a Marcos era algo difícil.

No sabía porqué pero se puso colorado y miró para el suelo.

Vaya vergüenza que le estaba ando la situación.

-Yo me bajo ahí también, y cojo la línea 6 hasta Sainz de Baranda. Así hoy ya voy acompañada.- volvía a sonreír, “Cómo sonríe esta chica.” Marcos solo logró asentir. Olga estaba mirando al fondo del vagón, ya que por la ventanilla era imposible ver nada, la oscuridad del exterior y la luminosidad del vagón impedían ver otra cosa que no fuera el reflejo del interior.

Estaba claro que entre ellos había una especie de abismo que no sabían como salvar. Se conocían y por lo que creía Olga, no se eran indiferentes, pero no sabían como tratarse.

Aunque no quería recurrir a ese tema, le pareció que la situación iba más allá de la incomodidad, Marcos era incapaz de sacar un tema de conversación en esos momentos.

-Oye. ¿Te has enterado de lo que pasó el sábado en el campus?-, Marcos la miró directamente a los ojos, al menos aquello era una reacción, positiva o negativa sería otra cosa. – ¡Cómo para no enterarme! Es de lo único que se ha hablado hoy, y mañana será lo mismo.-, -Creo que saben quien es la chica ya. ¿No?-, Marcos seguía mirándola. –Sí, se llama Claudia Rivera. Lo cierto es que de algún modo yo la conocía.-, -¡Ah!, lo siento.- Olga creyó meter la pata hasta el fondo en aquel momento, “¿será por eso que me mira así?”. –No, no te preocupes. Es porque era la chica que le gustaba a un amigo mío. Yo nunca había hablado con ella ni nada.-, Olga se sintió algo más aliviada. Casi había podido sentirse más cerca de aquella pobre chica. Cuando a uno no le toca por ningún lado, ni es familia, ni amiga, parece que esas cosas afectan menos, pero cuando se conoce a la persona que ha sufrido un accidente o algo tan horrible como lo que había pasado allí, las cosas eran diferentes.

-Lo cierto es que mi amigo Fran si que lo está pasando mal.-, y volvió a mirar al suelo. –Cuanto lo siento. Debe ser muy duro para él. Es decir, si le gustaba supongo que lo pasará muy mal.-, -Bueno, yo creo que se recuperará, aunque suene mal, pero a él siempre le gusta una y otra chica...- Marcos parecía querer seguir la frase, pero se cortó de repente, -Bueno, si es así se le pasará, no os preocupéis.-.

Sonó la entradilla de la RENFE y la voz de mujer que decía que la siguiente parada era Fuencarral.

-¿Estudias Económicas?-, Marcos por fin le había hecho una pregunta que daría paso a algo más que un sí o un no, sino que provocaría otras preguntas.

-Sí, estoy en 3º factorial. Digamos que con más de 2º que de 3º, pero bueno. ¿y tú?-, -Pues más o menos, en mi 4º año de carrera, pero con un poco de todo en cuanto a las asignaturas.-

jueves, 3 de abril de 2008

Minuto de Silencio 12ª parte.


“Todo empieza a complicarse. Ya veo por donde van los tiros.”

Fran tenía las manos apoyadas en el lavabo y miraba el reflejo en el espejo, ni siquiera parecía él, se miraba a los ojos y sentía vergüenza, como si estuviese mirando muy fijamente a otra persona. Pero no podía apartar los ojos de aquel reflejo. Tenía la frente sudorosa y se estaba poniendo muy pálido. “¡Dios!, y ese policía en mi habitación…”

Escuchaba la conversación de sus amigos a través de la puerta. Los materiales de fabricación de la residencia no habían sido los mejores del mercado precisamente, y con las puertas se habían pasado en el lijado, pues todas dejaban prácticamente casi un centímetro de espacio con el suelo, tanto la del baño como la de la habitación, por tanto dejaba pasar el sonido, algo amortiguado, pero bastante bien.

Fran oyó por fin que la puerta de la habitación se cerraba, el policía debía haberse marchado. “¿En qué estaría pensando para ir a su habitación?… ¡Oh! Claudia…” Agachó la cabeza, no quería seguir viendo su rostro en el espejo.

-Qué asco de patatas, yo creo que las fríen con piel.- Esther observaba el plato combinado número dos que se había pedido. –Déjalas. Es culpa tuya por pedirte eso, si ya sabes lo que hay.-, -¡Hay hija! ¡Perdona por ser más exquisita!-, quizá Olga se había pasado un poco. Pero bueno donde hay confianza da asco, dicen, y es cierto porque piensas las cosas menos y las contestaciones suelen ser muchísimo peores.

-Bueno, pídete otra cosa después, no seas rancia.- Germán mal contestaba a su prima, estaba claro que quería seguirle la corriente a Olga, y eso a ella no le gustaba.

-¿Qué tal está Nacho? Como no ha venido a comer con nosotros…- Germán metió el dedo en la yaga. A Olga se le atragantaron las judías verdes y Esther puso cara de preocupación, si hubiese estado sentada al lado de Germán le hubiese dado un codazo, pero ya nada podía hacer tampoco. –Creo que él está muy bien. Pero eso ya no tiene que importarme supongo.- Olga siguió comiendo, tampoco quería hacerse la victima, ni demostrar que estaba triste. Germán quiso cambiar de tema, la mirada de su prima lo decía todo “O callas o te mato.” –Sabréis lo de la chica que murió el sábado, ¿no?-, “Ya estamos otra vez” pensó Olga.

-¿Qué hacemos?-, Marcos le había preguntado a Diego, porque Fran no salía del baño, y ya empezaban a preocuparse. –No sé.- se encogió de hombros.

Marcos pensaba que lo mismo si llamaban a la puerta del baño Fran reaccionaría, pero no estaba muy seguro de querer hacer eso

Al cabo de un minuto aproximadamente, el pomo de la puerta giró, se abrió despacio y salió Fran.

-El agua debe estar hirviendo ya.- Se acercó, echó al agua los macarrones que tenía preparados en un plato y le dio algunas vueltas con un tenedor de madera.

Marcos recogió la cuchara que estaba en el suelo todavía desde que Fran se había ido corriendo, y la metió en el fregadero. –Deja, yo la limpio.- Dijo Fran. Era cierto que los dos en la mini cocina se estorbarían bastante.

Marcos se retiró, fue hacia la cama y vio como Diego los miraba. Éste había quitado el sonido a la televisión cuando vio entrar al policía detrás de Fran, pero la tele seguía puesta.

Ahora ponían imágenes del campus otra vez, y cuando Marcos lo vio, le hizo señas a Diego para que apagase la tele. Algo nervioso la apagó y dejó el mando sobre la mesa.

-Dentro de un rato estará la comida, si queréis podéis poner la Play y jugar.- Fran ni siquiera les miró, pero a Marcos les sorprendió que después del espectáculo de antes estuviera tan entero ahora.

-¿Dónde estaba, Gutiérrez?- El Inspector jefe se encontraba en la habitación de la chica asesinada, habría llegado al poco de marcharse él con aquel chico. –Interrogando a unos chicos, señor.-, -Y ¿se puede saber porqué? ¿Ha descubierto algo?-, Gutiérrez sacó de nuevo la libreta iba a leerle al Inspector lo que había apuntado, pero éste se lo quitó de las manos. Ojeó las últimas páginas y anotaciones y le volvió a decir –Baje a recepción y pregunte sobre ellos al recepcionista o al de seguridad. Averigüe más sobre sus hábitos y cada cuanto tiempo se reúnen.- Le devolvió el bloc y se dio la vuelta. Gutiérrez volvió a salir de la habitación.

-Coged el ordenador, comprobar si hay contraseñas, revisad si hay correspondencia. Quiero además que busquéis e interroguéis a las amigas de la victima. No solo con la compañera de al lado, esa solo comparte la cocina, no parece que tuviesen mucha relación. Quiero saber exactamente dónde estuvo el viernes por al noche y con quién. -, -Si señor.- le contestaron los otros dos.

-¿Alguno sabe si tenemos ya los vídeos de vigilancia de la estación de RENFE? Es igual, me voy a comisaría, llevadlo todo allí.-

-Yo ya me voy chicos, tengo mucho que estudiar.-, Olga se levantaba de la mesa ya, cuando Germán la miró preocupado. –No deberías quedarte sola. Mira lo que ha pasado. Tenéis que ir con más cuidado.-, -Me sé cuidar solita. No te preocupes tanto.-

Germán quiso añadir más a la conversación pero Olga le dijo un adiós mudo a Esther y se fue rápidamente hacia la biblioteca de económicas, allí estaría más tranquila que en la de filosofía y letras.

Cuando llegó apenas había 5 personas en la parte de abajo, subió las escaleras de madera haciendo crujir la madera a cada paso. Siempre se oían más los ruidos en esa vieja biblioteca porque era pequeña, como un aula sencilla para 50 alumnos, pocas mesas y un piso superior más pequeño que el de abajo, allí arriba no había nadie. Era lo que más le gustaba de esa biblioteca, sería pequeña pero tenía los libros que necesitaba y mucho espacio, no como en la de filosofía y letras, muy grande y cómoda, al lado de la estación de RENFE, pero todo aquello era lo que hacía que nunca fuera allí a no ser que tuviese la necesidad, porque siempre estaba a tope de gente.

Cogió la mesa que más le gustó y se desplegó entre apuntes, papeles de notas, carpetas y el mp3. Tenía que estudiar con música, sino, no sería lo mismo.

Eran las 8 y cuarto de la noche ya, y a la biblioteca le quedaban 15 minutos para cerrar, así que Olga comenzó a recoger las cosas. Pese a todo había sido una tarde productiva.

“Ahora hará un frío que te cagas.” Se abrochó bien la chaqueta, metió la carpeta a presión dentro de la mochila, no le apetecía tener que llevar los brazos ocupados en ese momento, era mejor meter las manos en los bolsillos y que estuviesen calentitas.

Salió por la puerta principal de la facultad de económicas, ya que esta puerta era justo la que estaba frente a la biblioteca.

Le pareció tener un flash back de la semana pasada, cuando había salido corriendo por aquella misma puerta chocándose por el camino. “¿Es probable que la persona con la que me choqué al salir fuera Marcos?”.

Debido a la estación en la que se encontraban del año, ya era de noche en el campus. No había nadie, y ahora si se ponía algo nerviosa. Giró a la derecha al salir por la puerta, bajando las escaleras bastante rápido. Empezó a caminar hacia la estación de tren, si no se equivocaba tendría uno en dirección a atocha en 10 minutos, y podría darle tiempo a cogerlo.

Cuando ya había pasado la escalinata de la facultad de filosofía y letras, empezó a oír unos ruidos, y se puso nerviosa. Dejó entre ella y la esquina derecha del final del edificio de letras, los pocos árboles que había, unos cipreses de cementerio. El ruido se hacía más fuerte, y le pareció que se trataba de un motor.

Empezaba a subirle el pulso, “Seguro que no es nada”, pero estaba asustada, lo normal hubiese sido que no le afectase para nada, ni siquiera le daba miedo llegar de noche a su casa cuando había salido de fiesta. Pero ahora un simple motor le estaba poniendo de los nervios.

Doblando la esquina dos focos la enfocaron durante unos momentos dejándola cegada por la luz. El coche giró a la izquierda y frenó. Habían como unos 3 metros entre Olga y el coche.

-¿Todo bien?- Dos guardias de seguridad del campus hacían la ronda.

-Si, si gracias.-, y apretó más el paso, ya estaba delante de la estación, podía ver que un tren en dirección a Alcobendas, San Sebastián de los Reyes, se marchaba, o tal vez era para Tres Cantos o Colmenar, solo sabía que se iba uno en dirección contraria al que necesitaba, lo que quería decir que probablemente no perdería el tren.

Una vez dentro comprobó en el cartel que le quedaban 4 minutos para el tren de Alcalá de Henares. Con ese le valdría. Se bajaría en Nuevos Ministerios.

Metió el abono transporte y pasó, dejó el ascensor y subió por las escaleras, debía hacer un poco de ejercicio de vez en cuando, aunque solo se tratase de subir escaleras.

“Me iré al último vagón.”

Cuando Salió al andén, vio unas 10 personas más o menos, casi todos se agolpaban en la parte del medio y delante. Solo dos personas estaban en la parte posterior, así que ella decidió pasar hasta el final.

Marcos iba a coger el tren, estaba cansadísimo de todo lo que había pasado ese día. Enfadarse con Fran, luego enterarse de quien era la chica asesinada, la salida inesperada de Fran, el interrogatorio del policía, y luego como si ni hubiese pasado nada, Fran había terminado la comida. Comieron y jugaron a la Play Station 2, luego Fran había propuesto continuar la partida de Rol, y eso habían estado haciendo hasta las 8. Fran no había dicho una sola palabra de Claudia, y ni él ni Diego se habían atrevido a preguntar, después de verle como “ido” sentado a la cama, no querían arriesgarse a que le diera otra vez.

Estaba en andén, venía el tren de Alcalá de Henares. Estaba apurando un cigarro y chasqueando los nudillos de la mano izquierda, cuando la vio. Se dirigía hacia allí, otra vez la casualidad les pondría cerca.

La chica pelirroja no le había visto aún, pero habiendo nada más que otro chico y él en el andén, alguna mirada se cruzaría, estaba seguro.

Y allí estaba la mirada. Olga le estaba mirando algo asombrada, pero sonrió y se dirigió hacia él.

martes, 1 de abril de 2008

Minuto de Silencio 11ª parte.

-Dice tu primo que viene a comer con nosotras. Que pocas ganas tengo de aguantarlo. Lo siento porque es tu primo, pero es bastante pesado.-, -No hace falta que me lo digas. Ya sé que es un plomo y por desgracia también estudia aquí.-.

Olga y Esther estaban en la puerta de la cafetería de ciencias. Tenían que esperar allí hasta que llegase Germán.

Por la calle de Marx, desde el pabellón B, venía andando un chico alto, delgado y fuertecito. Tenía el pelo rubio y cortito, vestía con una sudadera a rayas grises y negras y un pantalón de chándal negro. Llevaba una bolsa de deportes azul marino y un chaquetón gordo encima de la bolsa, sin poner, parecía que venía de hacer deporte o de jugar al fútbol. Tenía una cara bastante simpática, era muy guapo. Pero a Olga no le terminaba de caer demasiado bien. Siempre le estaba preguntando por la universidad, por su novio… Según Esther, Germán llevaba interesado en Olga desde que la conoció hacía 3 años. Pero Olga tenía novio, ya de aquella, desde hacía tiempo, así que tenía la excusa perfecta para que no se le acercara demasiado.

-Hola preciosas.-, Las dos contestaron fingiendo un ánimo estupendo y un gran interés en que él estuviese allí. Si no fuera porque la facilidad teatral de las dos era muy buena, él podría haber notado que estaban demasiado alegres por verle. Tampoco es que él se diera demasiada cuenta, “Su egocentrismo llega hasta el punto en que se cree que todas las mujeres del planeta están loquitas por sus huesos.” Pensaba Olga.

-¿Vamos para adentro?-, -Si claro.-. Así que allí fueron a comer.

Marcos y Diego estaban con la puerta abierta, realmente todo estaba como lo había dejado Fran al salir corriendo.

Diego seguía sentado ante la televisión, en una de las sillas de la habitación. Marcos se levantó pues estaba decidido a salir de allí en busca de su amigo, cuando vieron como volvía con cara de zombi, seguido de un policía. Marcos y Diego miraron bastante sorprendidos hacia la puerta.

Fran entró y se sentó en la cama, el policía estaba a media cocina, no parecía tener la intención de pasar más allá. –Chico, ¿estás bien?- le preguntó mientras lo miraba. Marcos observó como el policía disimuladamente estaba reconociendo toda la habitación, estaba haciendo un repaso del lugar. “Deformación profesional” pensó. Hasta que vio que los ojos del policía se posaban en la mesa sobre unos libros.

Cuando Marcos miró, vio que eran los manuales de D&D, algo dentro de él hizo que se le encogiese el estómago. Con la mala fama de los juegos de Rol y un asesinato en el campus, aquello daba muy mal rollo.

Fran no contestó al policía. Pero éste siguió preguntando, no estaba decidido a irse todavía de la habitación.

-¿Sois amigos suyos?-, Marcos contestó asintiendo con la cabeza, y Diego dijo un simple sí. -¿Cuántos años tenéis?-, -Los 3 tenemos 23 años.- Volvió a contestar Diego.

-¿Conocíais a la chica?-, -En realidad no. Solo por lo que nos contaba Fran.- El cerebro del chico sentado al escritorio estaba dándole vueltas a varias cosas a la vez.

Marcos otra vez solo movió la cabeza para negarlo.

.- ¿De qué conocía vuestro amigo a la chica?-, Fran ni siquiera parecía estar allí y el policía intentaba recabar toda la información posible. –Creo que iban a la misma clase.- Dijo mientras miraba a Fran, buscaba la aprobación de él, pero seguía como fuera de allí. -¿Esto es un interrogatorio?- Le preguntó Diego al policía, pero se cuidó mucho de preguntarlo desafiante o vacilando al poli, no quería hacer como en las películas y quedar como un malo encubriendo algo.

Fran se levantó de la cama y las tres personas que estaban en la habitación se le quedaron mirando. –Me he dejado la olla al fuego.- Entonces Marcos y Diego se fijaron, ni siquiera hervía el agua todavía y por eso no se habían percatado.

Fran abrió la tapa y la volvió a cerrar sin ánimo ninguno y se metió en el baño.

-El sábado por la mañana sobre las 8, ¿alguno de vosotros… estaba por aquí?-, -Yo estaba en casa durmiendo, en casa de mis padres en Móstoles. Mi madre se levanta temprano y sabe que estaba en casa…- Diego se había puesto algo nervioso. El policía miró a Marcos y éste también le respondió pero más tranquilo que su amigo –A las 8 y media de la mañana estaba en Alcalá de Henares vomitando en el cuarto de baño de mi casa, mientras mi hermana esperaba fuera para entrar.-. Pasado unos breves momentos en que el policía parecía estar almacenando en su cabeza la información, volvió a preguntar -¿Y vuestro amigo Fran? ¿Estaba durmiendo en su habitación?-. Marcos le mintió, tampoco iba a decirle que sabía que su amigo había estado fuera toda aquella noche y además con prostitutas. –No sé donde estaba.- Técnicamente era cierto, solo tenía la suposición de que a aquellas horas debía estar en algún tren camino de Cantoblanco, pero no lo sabía con certeza. Diego tan solo levantó los hombros dando a entender que no tenía ni idea.

-Bueno, creo que voy a marcharme ya. ¿De acuerdo? Si os enterarais de algo, cualquier cosa que penséis que tiene relación con la muerte de la chica, no dudéis en acudir a la policía. ¿Vale chicos? Cuidad de vuestro amigo.- La última frase a Marcos le pareció que el poli la decía con un poco de coña.

Salió cerrando la puerta tras de sí.

Según caminaba por el pasillo intentaba agudizar el oído, para saber si aquellos chicos comentaban algo al respecto. Cuando llegó al descansillo donde estaba el ascensor se dio la vuelta mirando hacia el lugar de donde venía y sacó un bloc de notas, apuntó el número de habitación, el nombre del chico “Francisco Sancristobal”, intentaría que el recepcionista le dijese el segundo apellido y algunos datos más sobre él. Puso que estaba acompañado de dos chicos más, escribió las preguntas que les había hecho y las respuestas de ellos. Al final de la hoja apuntó. “Encima de la mesa de la habitación habían lo que parecían libros y manuales sobre juegos de rol.”.

Minuto de Silencio 10ª parte.

Esta imagen es para aquellos que no se sitúen. Así más o menos podrán ver bien claro a que zonas me refiero cuando hablo. A continuación la décima parte.

Acababan de salir de clase y desde que Esther había llegado no paraba con el mismo asunto una y otra vez. Que si la chica era de la residencia, que si el asesino debía ser del campus. Olga estaba a punto de estallar y decirle que se fuera a la mierda y le dejase eso a la policía. Tenía que pararla de alguna forma o se tirarían así semanas.

-En vez de Historia tenías que haberte sacado las oposiciones para policía. Tía, vale ya, como no pares con el tema me va a empezar a dar vueltas la cabeza, en plan niña del exorcista. Que a mí también me parece algo terrible y también estoy asustada, pero prefiero que al menos por hoy no vuelvas a sacar el tema.-, Olga se puso la chaqueta, cogió la mochila y la carpeta de la mesa del pasillo y le dijo a Esther –Vamos a comer que estoy muerta de hambre y quiero ir pronto a la biblioteca a estudiar.-, -Hay que ver como te pones. Vale, ¿y dónde comemos?-, -Puff, es que si lo pienso, la cafetería de aquí me está vedada, y así otra… ciencias, ¿qué te parece?-, Olga no quería ir a la cafetería de económicas porque lo más probable era que estuviese su ex y después de verle el viernes tan bien acompañado no era plato de buen gusto encontrárselo de nuevo.

-Me parece bien. Espérame un momentito que voy a entrar al baño.-, -Me adelanto un poco.-. Esther entró al baño y Olga llegó a la pasarela que estaba justo por encima de la calle Karl Marx y se puso a mirar por los ventanales en dirección a la otra pasarela de la facultad de económicas, ya que ésta contaba con dos, la del ala de la izquierda donde se encontraba ella, y la de la derecha, hacia la que miraba.

De la puerta de salida de la cafetería salían 3 chicos, uno gordito y castaño, que caminaba con los pies en un ángulo prácticamente de 90 grados, que le hacía parecer un pato cojo. Los otros dos eran morenos y delgados. Uno tenía el pelo corto y era más bien normalito, fuertecito y guapillo. Olga se fijaba más ahora en los chicos, ya que no tenía novio. El tercer chico moreno, tenía el pelo largo rizado en melenita y revuelto, llevaba gafas rectangulares de pasta negra y una chaqueta de cuero. Entonces cayó en la cuenta mientras el chico se encendía un cigarro cuando le vio mejor la cara, porque giró la cabeza hacia donde estaba ella, seguramente por el aire, para que no se le apagara el mechero. Se acercó más a la ventana, y los tres chicos al bajar las escaleras giraron a la izquierda, hacia donde estaba ella, pasarían justo por debajo.

Seguramente fue el sol, lo que hizo que no la vieran, pues en ese momento desde fuera con el sol chocando en los cristales todo eran reflejos y ninguno de los tres podía haberla visto.

Cuando pasaron por debajo, Olga fue hacia el otro lado para verlos pasar. Estaba segura de que era el mismo chico, segurísimo que era Marcos. Se habían vuelto a cruzar y esta vez él no la había visto, a no ser que ahora mirase hacia atrás, pero aquello le parecía imposible.

-Ya estoy.- Esther había aparecido al lado de Olga como si hubiese salido de la nada. -¡Ah!, vale. Vamos.- Salió del trance en que se había quedado.

Se dirigieron a la salida de la cafetería, y aunque Olga miró hacia atrás ya no veía a ninguno de los 3. Ahora debía ir en sentido contrario.

El teléfono de Olga empezó a sonar. –Es Germán. ¿Qué quiere tu primo ahora?-, -Cógeselo, lo mismo es por lo de la chica… Vale, perdona.- Esther iba a empezar otra vez.

-Dejad las mochilas por ahí.- Les dijo Fran cuando entraban a la habitación A-333 de la residencia. Tenía una individual y con cocina propia, una cocina enana, pero para poner al fuego una olla o una sartén era más que suficiente, más un fregadero súper pequeño. La cama estaba a la derecha, pasada la cocina, y la mesa de estudio era todo lo ancho de la pared de la ventana. Al menos estaba bastante bien iluminada la zona, pese a que las vistas eran las de un patio interior.

Cuando entraron a la residencia había un coche patrulla aparcado fuera y dentro un solo poli que hablaba con el de la recepción. Las normas decían que si algún residente traía invitados tenían que apuntarlo en un registro, lo normal era que la gente pasara de apuntarlo, pero viendo al policía allí se acercaron, entre curiosos y porque les daba corte saltarse las normas en ese momento, pero cuando se acercaron a ellos se quedaron callados y les observaron, poco discretamente, mientras escribían.

-Voy a empezar a hacer la pasta. ¿Os importa si la tomamos con atún? Es que si me pongo con la carne, terminaré a la hora de la cena.-, casi al unísono Diego y Marcos le dijeron que nos les importaba.

Diego cogió el mando de la tele y la encendió, se puso a buscar por los canales extraños hasta que dio con un noticiero.

-¿tenemos que ver eso ahora?-, dijo Marcos, seguro de que a Fran le molestaría.-Va a ser lo más interesante que pongan en la tele.- Diego tenía el mando, por lo tanto el control de la televisión.

Mientras Fran preparaba la comida, y Diego veía las noticias, Marcos despejó la mesita donde solían comer y la acercó a la cama, preparándola para la comida.

-¡Ahora!, escuchad, ya sale otra vez.-

El pasado sábado por la mañana dos estudiantes de la Universidad Autónoma de Madrid, hallaron el cuerpo de una chica joven en el propio campus universitario. Aunque poco se pudo saber en el momento del hallazgo, fuentes policiales aseguraron a esta cadena, que la joven no portaba identificación alguna.

A mediados de la tarde de ayer, se averiguó que se trataba de Claudia Rivera Martínez estudiante de la Autónoma y que vivía en la residencia universitaria.”

Marcos miró a Fran bastante preocupado, el cual estaba con los ojos como platos mirando la televisión.

Seguían con la misma noticia diciendo pocos detalles más mientras ponían imágenes de la facultad de económicas.

-¿Qué nombre ha dicho?-, Diego miró preocupado a Fran y se lo volvió a repetir –Claudia Rivera Martínez.- Marcos tragó saliva cuando vio a Fran acercarse hasta ellos.

-¿Claudia?-.

Fran se dio la vuelta, tiró la cuchara de madera al suelo y salió de la habitación sin cerrar la puerta.

Diego y Marcos se miraron sin saber que decir realmente. -¿Será la misma?-.

No sabían si salir de la habitación y seguir a Fran o quedarse hasta que volviera, aunque era seguro que tardaría en volver.

“No puede ser ella.” Fran cruzó el pasillo casi corriendo, subió un piso, se dirigía a otro ala de la residencia. Cuando llegó a su destino, empezó a temblar. Tenía que calmarse un poco. Tocó en la puerta y escuchó unos pasos. “Por favor que esté bien.”. Cuando la puerta se abrió se le cayó el mundo encima. Al otro lado había dos policías más.

-¿Qué quieres chico? Aquí no puedes estar.-, El policía que había abierto entornó de nuevo la puerta para no dejarle ver nada del interior. Había abierto la puerta creyendo que era un compañero suyo, que acababa de avisarle por radio de que subía.

Detrás de Fran apareció el mismo policía que estaba en la recepción cuando llegaron.

Se quedó sin palabras, aunque quería responderle exactamente lo que quería y quería preguntarle, no le salían las palabras de la boca.

-¿Cómo te llamas?- Dijo el de detrás de Fran. Y aunque le costó reaccionar contestó –Francisco Sancristobal- y dio un suspiro como si hubiese estado manteniendo la respiración. –y ¿qué es lo que quieres?-. Le estaban cortando la entrada y también la retirada, una estrategia para que no les esquivara y a la vez presionarle psicológicamente.

-Yo conozco a… conocía a Claudia. Yo… acabo de oír su nombre en la tele. Yo no sabía que era ella…- Lo cierto es que no estaba coordinado demasiado bien.

Cuando lo había escuchado no quería creerlo. Sabía perfectamente que se trataba de ella, iban a la misma clase y conocía sus apellidos por las listas de notas de los parciales. Sabía su habitación porque había preguntado a una amiga de ella, queriendo recabar información sobre Claudia, como si sabiendo más sobre ella les acercara más.

Claudia era la chica que le gustaba este año de su clase, su nuevo amor platónico. Y ahora no podía creerse que era la chica muerta.

-¿Cuál es tu habitación chico?-, -¿eh?...sí, la A-333.-, el policía que estaba fuera de la habitación le dijo –Voy a acompañarte. No debes estar aquí.-