Quien entra en este loco mundo..

martes, 1 de abril de 2008

Minuto de Silencio 10ª parte.

Esta imagen es para aquellos que no se sitúen. Así más o menos podrán ver bien claro a que zonas me refiero cuando hablo. A continuación la décima parte.

Acababan de salir de clase y desde que Esther había llegado no paraba con el mismo asunto una y otra vez. Que si la chica era de la residencia, que si el asesino debía ser del campus. Olga estaba a punto de estallar y decirle que se fuera a la mierda y le dejase eso a la policía. Tenía que pararla de alguna forma o se tirarían así semanas.

-En vez de Historia tenías que haberte sacado las oposiciones para policía. Tía, vale ya, como no pares con el tema me va a empezar a dar vueltas la cabeza, en plan niña del exorcista. Que a mí también me parece algo terrible y también estoy asustada, pero prefiero que al menos por hoy no vuelvas a sacar el tema.-, Olga se puso la chaqueta, cogió la mochila y la carpeta de la mesa del pasillo y le dijo a Esther –Vamos a comer que estoy muerta de hambre y quiero ir pronto a la biblioteca a estudiar.-, -Hay que ver como te pones. Vale, ¿y dónde comemos?-, -Puff, es que si lo pienso, la cafetería de aquí me está vedada, y así otra… ciencias, ¿qué te parece?-, Olga no quería ir a la cafetería de económicas porque lo más probable era que estuviese su ex y después de verle el viernes tan bien acompañado no era plato de buen gusto encontrárselo de nuevo.

-Me parece bien. Espérame un momentito que voy a entrar al baño.-, -Me adelanto un poco.-. Esther entró al baño y Olga llegó a la pasarela que estaba justo por encima de la calle Karl Marx y se puso a mirar por los ventanales en dirección a la otra pasarela de la facultad de económicas, ya que ésta contaba con dos, la del ala de la izquierda donde se encontraba ella, y la de la derecha, hacia la que miraba.

De la puerta de salida de la cafetería salían 3 chicos, uno gordito y castaño, que caminaba con los pies en un ángulo prácticamente de 90 grados, que le hacía parecer un pato cojo. Los otros dos eran morenos y delgados. Uno tenía el pelo corto y era más bien normalito, fuertecito y guapillo. Olga se fijaba más ahora en los chicos, ya que no tenía novio. El tercer chico moreno, tenía el pelo largo rizado en melenita y revuelto, llevaba gafas rectangulares de pasta negra y una chaqueta de cuero. Entonces cayó en la cuenta mientras el chico se encendía un cigarro cuando le vio mejor la cara, porque giró la cabeza hacia donde estaba ella, seguramente por el aire, para que no se le apagara el mechero. Se acercó más a la ventana, y los tres chicos al bajar las escaleras giraron a la izquierda, hacia donde estaba ella, pasarían justo por debajo.

Seguramente fue el sol, lo que hizo que no la vieran, pues en ese momento desde fuera con el sol chocando en los cristales todo eran reflejos y ninguno de los tres podía haberla visto.

Cuando pasaron por debajo, Olga fue hacia el otro lado para verlos pasar. Estaba segura de que era el mismo chico, segurísimo que era Marcos. Se habían vuelto a cruzar y esta vez él no la había visto, a no ser que ahora mirase hacia atrás, pero aquello le parecía imposible.

-Ya estoy.- Esther había aparecido al lado de Olga como si hubiese salido de la nada. -¡Ah!, vale. Vamos.- Salió del trance en que se había quedado.

Se dirigieron a la salida de la cafetería, y aunque Olga miró hacia atrás ya no veía a ninguno de los 3. Ahora debía ir en sentido contrario.

El teléfono de Olga empezó a sonar. –Es Germán. ¿Qué quiere tu primo ahora?-, -Cógeselo, lo mismo es por lo de la chica… Vale, perdona.- Esther iba a empezar otra vez.

-Dejad las mochilas por ahí.- Les dijo Fran cuando entraban a la habitación A-333 de la residencia. Tenía una individual y con cocina propia, una cocina enana, pero para poner al fuego una olla o una sartén era más que suficiente, más un fregadero súper pequeño. La cama estaba a la derecha, pasada la cocina, y la mesa de estudio era todo lo ancho de la pared de la ventana. Al menos estaba bastante bien iluminada la zona, pese a que las vistas eran las de un patio interior.

Cuando entraron a la residencia había un coche patrulla aparcado fuera y dentro un solo poli que hablaba con el de la recepción. Las normas decían que si algún residente traía invitados tenían que apuntarlo en un registro, lo normal era que la gente pasara de apuntarlo, pero viendo al policía allí se acercaron, entre curiosos y porque les daba corte saltarse las normas en ese momento, pero cuando se acercaron a ellos se quedaron callados y les observaron, poco discretamente, mientras escribían.

-Voy a empezar a hacer la pasta. ¿Os importa si la tomamos con atún? Es que si me pongo con la carne, terminaré a la hora de la cena.-, casi al unísono Diego y Marcos le dijeron que nos les importaba.

Diego cogió el mando de la tele y la encendió, se puso a buscar por los canales extraños hasta que dio con un noticiero.

-¿tenemos que ver eso ahora?-, dijo Marcos, seguro de que a Fran le molestaría.-Va a ser lo más interesante que pongan en la tele.- Diego tenía el mando, por lo tanto el control de la televisión.

Mientras Fran preparaba la comida, y Diego veía las noticias, Marcos despejó la mesita donde solían comer y la acercó a la cama, preparándola para la comida.

-¡Ahora!, escuchad, ya sale otra vez.-

El pasado sábado por la mañana dos estudiantes de la Universidad Autónoma de Madrid, hallaron el cuerpo de una chica joven en el propio campus universitario. Aunque poco se pudo saber en el momento del hallazgo, fuentes policiales aseguraron a esta cadena, que la joven no portaba identificación alguna.

A mediados de la tarde de ayer, se averiguó que se trataba de Claudia Rivera Martínez estudiante de la Autónoma y que vivía en la residencia universitaria.”

Marcos miró a Fran bastante preocupado, el cual estaba con los ojos como platos mirando la televisión.

Seguían con la misma noticia diciendo pocos detalles más mientras ponían imágenes de la facultad de económicas.

-¿Qué nombre ha dicho?-, Diego miró preocupado a Fran y se lo volvió a repetir –Claudia Rivera Martínez.- Marcos tragó saliva cuando vio a Fran acercarse hasta ellos.

-¿Claudia?-.

Fran se dio la vuelta, tiró la cuchara de madera al suelo y salió de la habitación sin cerrar la puerta.

Diego y Marcos se miraron sin saber que decir realmente. -¿Será la misma?-.

No sabían si salir de la habitación y seguir a Fran o quedarse hasta que volviera, aunque era seguro que tardaría en volver.

“No puede ser ella.” Fran cruzó el pasillo casi corriendo, subió un piso, se dirigía a otro ala de la residencia. Cuando llegó a su destino, empezó a temblar. Tenía que calmarse un poco. Tocó en la puerta y escuchó unos pasos. “Por favor que esté bien.”. Cuando la puerta se abrió se le cayó el mundo encima. Al otro lado había dos policías más.

-¿Qué quieres chico? Aquí no puedes estar.-, El policía que había abierto entornó de nuevo la puerta para no dejarle ver nada del interior. Había abierto la puerta creyendo que era un compañero suyo, que acababa de avisarle por radio de que subía.

Detrás de Fran apareció el mismo policía que estaba en la recepción cuando llegaron.

Se quedó sin palabras, aunque quería responderle exactamente lo que quería y quería preguntarle, no le salían las palabras de la boca.

-¿Cómo te llamas?- Dijo el de detrás de Fran. Y aunque le costó reaccionar contestó –Francisco Sancristobal- y dio un suspiro como si hubiese estado manteniendo la respiración. –y ¿qué es lo que quieres?-. Le estaban cortando la entrada y también la retirada, una estrategia para que no les esquivara y a la vez presionarle psicológicamente.

-Yo conozco a… conocía a Claudia. Yo… acabo de oír su nombre en la tele. Yo no sabía que era ella…- Lo cierto es que no estaba coordinado demasiado bien.

Cuando lo había escuchado no quería creerlo. Sabía perfectamente que se trataba de ella, iban a la misma clase y conocía sus apellidos por las listas de notas de los parciales. Sabía su habitación porque había preguntado a una amiga de ella, queriendo recabar información sobre Claudia, como si sabiendo más sobre ella les acercara más.

Claudia era la chica que le gustaba este año de su clase, su nuevo amor platónico. Y ahora no podía creerse que era la chica muerta.

-¿Cuál es tu habitación chico?-, -¿eh?...sí, la A-333.-, el policía que estaba fuera de la habitación le dijo –Voy a acompañarte. No debes estar aquí.-

3 comentarios:

Madhatter dijo...

No sé exactamente como actúa la policía, a los policías que conozco solo los he tratado cuando no están de servicio, así que.... Y tampoco estaban haciendo un registro en sí, todo me queda por explicar, pero ya explicaré cuando llegue el debido momento, que tan solo estaban cogiendo unas cosas de la habitación.


Lo siento Borja, al final se me ha quedado corto, es que es tarde y quiero dormir. Hasta mañana.

El Extremeño dijo...

Jejeje, no problemo ^^ ¡me encanta!
Solo que no me gusta que ese ladrón de Fran se haya quedado con mi antigua habita después de que la reparase las cañerías, las ventanas y el baño... mala gente ¬¬* jejejeje

Sigue así ^^ quiero conocer todos los secretos de la historia.

Un abrazo ^^

Goblinoide dijo...

No, si al final va a resultar que el imbécil de Fran tiene su corazoncito y todo ¬¬* (nótese que no le tengo asco, no :P)
En fin, genial como siempre ^^ por lo de los policías, yo tampoco tengo mucha experiencia en las conversaciones que podrían tener (por suerte los tuyos parecen majos), pero por lo que voy leyendo, creo que Yai podría ayudarte ^^

Ah, y gracias por el consejo del otro día sobre las conversaciones "callejeras", sigo practicando, te mantendré informada ;p

Un abrazo, y escribe, escribe, escribeeeee!!!!