Quien entra en este loco mundo..

domingo, 30 de marzo de 2008

Noname 9º parte.


-¿Subimos ya, o te apetece mejor que nos tomemos una cerveza en la cafetería?-, -Oye, ¿a ti no te afecta para nada que haya muerto una chica en la uni? Todo el mundo habla sobre ello. Tú fuiste de los primeros en encontrarte con toda la movida aquella y estás como si nada.-, -Marquitos, no nos pongamos filosóficos. Ha muerto una tía, vale, es una tragedia, y ojala que cojan al que lo hizo. Pero no vamos a estar toda la vida con eso. Pasa página.-, -Mira tío, tú ata cabos. Fin de semana, madrugada, sobre la hora en que más o menos los trenes comienzan a aparecer por la uni y vuelven los que han estado de juerga, la encuentran en la pared de atrás de la facultad de economía, frente a la residencia de estudiantes. ¿Tú quien crees que la mató?-, -Un estudiante.-, Fran le contestó secamente, cambiando el semblante a uno mucho más serio, dejó completamente cortado a Marcos, el cual había estado convencido de la estupidez de su amigo desde el principio. –Pero, entonces…-, -Si tú quieres comerte la cabeza y jugar a detectives, es cosa tuya. Yo tengo decidido seguir hacia delante y no permitir que mi vida se convierta en una película.-, Fran comenzó a andar hacia la cafetería del fondo, la más grande.

Marcos le siguió más cabizbajo, se sentía bastante inferior a Fran, él conseguía en muchos aspectos hacerle sentir mal y que quedara por debajo casi siempre.

“¿Qué se habrá creído el empollón este?, siempre igual, pensándolo todo tanto y haciendo que yo sea el malo en todo.” Fran iba derechito a por una cerveza. Como le fastidiaba siempre que Marcos fuera el más listo, el que todo lo hiciese bien y todo lo criticase.

“Siempre, ¡siempre!, hace que quede como un ser despreciable. ¡Joder!, yo solo quiero olvidarlo todo”

La cafetería estaba llena ya a esas horas, aunque no demasiado, porque no era de las más exitosas respecto a comida. La mejor, a criterio de Marcos, era la de filosofía, el mejor café de toda la universidad y una comida más que aceptable, pero en esos momentos estaba en reformas y la habían situado en donde antes se encontraba la sala de microondas, así que demasiada gente para tan poco espacio, era un agobio. La segunda mejor para él era la cafetería del pabellón B, una cafetería grande, con mucho espacio y con una comida bastante buena y mucha variedad, quizá donde mejor se podía comer. Una tercera cafetería que siempre barajaban era la cafetería de deportes, dentro del mismo pabellón de deportes, aunque de precio y calidad estaba muy bien, era la opción menos sana, puesto que allí solo comías pizzas, hamburguesas y platos combinados.

Así que como Fran solo había dicho de tomar unas cervezas se fueron a la cafetería de Económicas. Era un poco siniestra para gusto de Marcos, y muy fría, exactamente no sabía que piedra era la usada para toda la decoración y construcción de la cafetería aunque pareciera que todo era mármol negro, estaba seguro de que allí no habría ni pizca de mármol. Se pidieron los dos tercios y se sentaron en una mesa de 6 personas que estaba vacía. Si se llenase la cafetería con gente que viniese a comer deberían dejarles el sitio, pues las mesas se reservaban desde la 1 hasta las 4 de la tarde para la gente que comía de menú. Por el momento no había casi nadie, y podrían tomarse las cervezas tranquilos.

Fran miraba por la ventana a nada en concreto, estaba enfadado. Y Marcos no quería que Fran estuviese enfadado con él, pero no sabía que decirle, así que hasta la mitad de la cerveza estuvieron sin hablar absolutamente nada.

-¿Qué está pasando aquí maricones?-, Un chico castaño con el pelo largo en una coleta, barba arregladita y algo gordito se acercaba a la mesa, llevaba puestos unos vaqueros, una camiseta negra lisa y una camisa azul, por encima, de manga larga y abierta. La mochila, junto con la chaqueta, la dejó caer sobre la mesa, ocupando lo que serían 2 sitios.

-Qué cabrones que sois. Si no llego a pasar por la cafeta de camino a la Resa, no os encuentro. ¡Anda que avisáis!-, se reía, mientras se sentaba algo torpemente en una de las sillas, al lado de Fran. Marcos le miraba, pero fue su amigo quien contestó antes, -Íbamos a subir ya a comer. Si pides algo que sea para llevar.-, -No voy a tomar nada de aquí, ni un mal café, que asco, cualquiera se toma el agua de fregar. Por cierto, es que es el tema más sonado en la universidad, ¿sabéis lo de la chica asesinada el sábado aquí?-, Marcos iba a abrir la boca pero se dio cuenta de que Fran no había llamado a Diego para contárselo, ¿solo le habría llamado a él?

-Sí, lo sabemos, yo me enteré el mismo sábado, ¡como para no enterarse!-, dijo Fran, -¡Ah, bueno!, claro si tú vives en la resi te habrás tenido que enterar por fuerza. Pues ya saben quien es la chica.-, -¿Sí? Y ¿Quién es?- preguntó Marcos, -No lo sé. Solo sé que ya lo saben porque es de la residencia y falta desde el sábado. Han mirado los registros de salidas de residentes y han hecho un barrido preguntando en todas las habitaciones donde hay chicas viviendo.-, -La verdad es que la policía lleva desde el sábado dando por culo en la resa.- Fran dio otro trago a la cerveza después de decir aquello, pero Diego siguió a lo suyo como si no hubiese sido interrumpido –Lo han sacado todo esta mañana en la tele, que ya sabían quien era, porque faltaban dos chicas y solo habían localizado a una, y la familia de la que no encontraban fue a identificarla.-, -¿De qué murió? ¿Lo han dicho?- preguntó Marcos. –No lo dicen porque es secreto de sumario, pero vamos por lo visto no la violaron ni nada por el estilo. Uno de los que la encontró es de clase de un amigo mío y dice que tenía una cuerda o algo así en el cuello y puñaladas en el pecho. Un destrozo.-, Diego hablaba muy alto y varias personas en la cafetería se habían callado para escucharle, pero a él el daba completamente igual.

-Supongo que Fran si pregunta entre los de la residencia puede averiguar quien es, ¿no?-, -Puede.-, dijo Fran, y se terminó la cerveza de un trago.

Marcos aún no había acabado pero no quería más, se marearía si se la tomaba con estómago vacío. –Si queréis subimos ya.- dijo Marcos.

Fran no dijo nada, se puso la chaqueta y la mochila, mientras Marcos y Diego se levantaban.

Los tres iban hacia la puerta trasera de la facultad, pero cuando llegaron todo estaba cerrado. –No podemos pasar por aquí.- Dijo Fran, -Claro hombre, si la encontraron aquí, esto es el “escenario de un crimen” lo tienen todo vallado.- Diego reía, Marcos no sabía que era lo que le hacía tanta gracia siempre.

-Vamos a salir por la de cafetería, y damos la vuelta por la calle ésta.- Dijo Fran mientras trazaba el recorrido con el brazo.

Se dieron la vuelta y volvieron a bajar las escaleras de cafetería, pero esta vez a la derecha estaba la puerta, salieron y fue inmediato, Marcos se encendió un cigarro.

-Si sigues fumando como un carretero, te vas a matar tú solo.- Aunque no había sido muy cortés, al menos Fran le había dirigido la palabra a Marcos, y eso para él significaba que ya no estaba tan enfadado.

jueves, 27 de marzo de 2008

Noname 8º parte.


-Y ¿y no han cogido al asesino ni nada supongo?-, -Pues no creo, cuando yo subía para la resi, me he encontrado con todo el lío ahí, me han parado y todo, para preguntarme de donde venía.-, -Pero ¿tú a que hora has vuelto?-, -He llegado a las 10 más o menos al percal. Es que digamos que cuando dejé a ésta que cogiera el metro, me fui yo pa’ otro lao’.-, -¿qué estabas haciendo por Madrid, de noche y tú solo?-, -¿Qué es? ¿Un interrogatorio?-, -Joder tío perdona, solo que lo de ir solo por la noche así, me parece poco común en ti.-, -Quería experimentar cosas nuevas y me fui a cierta calle del centro llena de cámaras ahora. Tú me entiendes…-, -¿te has ido de putas?-, Marcos estaba flipando. Su amigo, digamos, más íntimo, se había ido de putas, trastocando su sentido de la realidad. –A ver listo, Vero ya no es virgen y ¿cómo quieres que quede yo sin ni siquiera saber como ponerme un condón?, tenía que estrenarme y que me enseñaran algunas cosas.-, -Pero ¡tú estás tonto!-, -¿Qué querías? ¿Venir conmigo?, tranquilo que la próxima vez te aviso tío.-, -¡No!, no es eso…-, -Tú te lo pierdes, sigue virgen hasta los 40, haz con tu polla lo que te de la gana. Te dejo ya que me voy a hacer la comida. Adiós.-, y colgó de golpe, dejando a Marcos todavía más boquiabierto.

Marcos paseaba con el perro. Su madre se había empeñado en que ya que vivían en un chalet, que menos que tener un perro para aprovechar, según ella, el jardín. Y por eso se habían comprado un beagle al que no dejaba salir al jardín, porque claro se hacía caca entre los pensamientos. ¿Y qué culpa tenía el pobre Red de que los pensamientos le dieran ganas de cagar? En fin, de todos modos a Marcos no le venía tan mal tener perro, porque así cuando lo sacaba a la calle se podía fumar un cigarro, que era exactamente lo que hacía en esos momentos.

Un rato antes, casi cuando Fran le había colgado el teléfono su padre le había pedido que sacara el perro y fuera a comprar el pan al chino. A él le venía de miedo, porque así fumaría y se saldría del ensimismamiento en el que le había dejado la anterior conversación, que últimamente iba de hito en hito.

Y ahí estaba ya, de vuelta del chino con Red tirando de la correa intentando comerse todo lo que pillaba por la calle. Y se fumaba su querido cigarro, el cual iba sabiéndole a gloria, el humo en la boca era una de sus mayores alegrías. Moriría de cáncer, pero le daba igual, el humo templado era muy agradable. Sabía que todo era mental, y que no podía notar como bajaba el humo por la tráquea hasta sus pulmones, pero él tenía la sensación de que sí, que mientras el humo bajaba se iba relajando, de que ningún problema en la tierra podía afectarle, porque él tenía su cigarro, y aunque se acabase sabía que tenía más en el paquete del bolsillo izquierdo de la chaqueta.

Se le estaba acabando el cigarro, pero ya le quedaba poco para llegar a casa de todos modos. Red estaba tirando nervioso porque sabía que ya llegaban, “Joder, cuando está en casa quiere salir y cuando sale tira para casa. No hay quien entienda a un cerebro enano como este.”

Cuando entrase por la puerta su madre gritaría eso de “¡A comer!”.

A las 3 de la tarde puso la tele de su cuarto, quería ver las noticias y si era cierto lo que le había contado Fran sobre el asesinato en el campus.

Alrededor de las 9 de la mañana el cuerpo de una joven era encontrado, a escasos metros de una puerta de acceso a la facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Autónoma de Madrid , por dos jóvenes que volvían a la residencia universitaria después de pasar la noche del viernes en el centro de Madrid. Al parecer uno de los dos jóvenes se acercó a la pared de la facultad cuando halló ya sin vida el cuerpo de la chica. Hasta ahora no ha trascendido ninguna información sobre su identidad, pero se cree que probablemente fuese una estudiante de la misma residencia y estuviera de vuelta a su habitación cuando fue atacada.”

Después sacaron vídeos del lugar de los hechos y a gente que le hacían preguntas. Marcos pudo reconocer la cara de Fran a poca distancia de la reportera que preguntaba a otro chico. Bajaba por la cuesta de la residencia, ¿a dónde iría a esas horas?

De repente su madre entró por la puerta algo histérica.

-¡Mamá! ¿No sabes llamar?-, -¿Has visto las noticias? Han matado a una pobre chica en tu universidad, y ¡delante de tu facultad!-, -Técnicamente detrás de la facultad. Pero bueno, todavía no saben nada.-, -Seguro que ha sido uno de los chicos que dicen que la han encontrado, seguro que la mataron y la violaron o algo peor y luego hicieron que se la encontraron…-, -¡Mamá! No te hagas ahora detective, y no veas tanto C.S.I. que te atrofia el cerebro, anda.-, -Pues no estoy diciendo ninguna tontería, todo es posible.-, y como vino se fue. “Mi madre está loca, le dan neuras extrañas.”

Eran las 9 menos cuarto de la mañana del lunes siguiente al asesinato. Estuvieses donde estuvieses todo eran comentarios sobre lo ocurrido. En la estación de tren, la gente que se encontraba con compañeros de clase en los tornos hacían todos la misma pregunta “¿Te has enterado de lo del sábado?”, avanzando unos metros y saliendo de la estación, con la marabunta de gente que se dirigía a las facultades y entre los céspedes de delante, la pregunta era la misma.

Marcos salía de la estación escuchando por todos lados “chica asesinada” “sábado por la mañana en el campus” “no han cogido al asesino”. Sacó el paquete de tabaco, tenía que fumar de nuevo. Todo aquello le estaba superando mucho. Entre lo del asesinato y las nuevas revelaciones de Fran, la universidad se le estaba echando encima, todo aquello era como estar hablando de una peli de serie B de los años 60, así pasaban por su cabeza fotogramas, entre blanco y negro y un technicolor guarreado. Solo faltaban los malos ninjas y la película sería catastrófica.
Cuando llegó al módulo en el que tenía clase Fran estaba apoyado en la puerta de cristal, con los cascos puestos y mirando al suelo. Se acercó hasta él.

-Hola tío.- le dijo Fran mientras se quitaba los cascos de las orejas, y le recibía con una gran sonrisa. –Hola-, se dieron la mano y subieron algunos escalones para llegar al aula. –¿Te quedas a comer Marquitos?, hoy cocino yo en la Resa. También se lo he dicho a Mario y a Diego, aunque creo que Mario no se queda.-, -¿Quieres continuar con la partida?-, -Si os apetece, auqneu sea un rato…¡Anda tío! ¿qué te cuesta!-, -Bueno, vale, a segunda llamo a casa.-. Y entraron por la puerta del aula justo cuando el profesor con cara de perro venía por detrás de ellos.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Noname 7º. Sigo sin decidir un nombre.


-Dime una cosa. ¿Tú te sientes igual de incómodo que yo con todo esto? Lo digo porque no parece que te diviertas mucho. Y sinceramente, siendo franca, yo estoy hasta las narices.-

Como supuso, se tiró el resto del tiempo escuchando como Adela se quejaba de su amiga, del lugar, y finalmente del tío con el que se enrollaba su amiga, Fran.

Marcos se preguntaba porque estaba aguantando aquello, porqué no se largaba de una vez y que le dieran por culo a Fran, ¿alguna vez había pensado su amigo en él? ¿Alguna vez alguien se había preocupado por él?

Todo era un completo desastre en su vida.

Marcos abrió los ojos a eso de las 8 de la mañana, se encogió bajo el nórdico y pensó que ese sería el momento favorito del día, pensar que podría dormir unas 2 horas más o menos, porque no se oía a nadie en la casa. Sus padres también salieron la noche anterior al teatro o al cine no lo tenía claro, y su hermana había que dar por sentado que había salido, probablemente ni había llegado, así que nadie se levantaría antes de las 10 de la mañana, y podría dormir más.

Y esos eran los mejores momentos, despertar porque ya has dormido suficiente, unas 8 horas, y saber que todavía puedes incluso dormir más, y aunque no te duermas, quedarte en la cama calentito, pensando cualquier cosa sería fantástico.

Media hora llevaba ya dando vueltas, algo incómodo en la cama, cosa poco frecuente, ya que seguidamente de abrir los ojos podía volver a dormirse, ya fuera en la cama o en el tren en marcha. Pero ahora algo fallaba no se encontraba bien.

Un sentimiento extraño se apoderó de él, se sentía muy incómodo, como si tuviese un gran nudo en el estómago, algo que le estaba haciendo daño.

Tuvo que levantarse de la cama e ir al servicio. Cuando estaba delante del espejo se vio pálido, más de lo normal. Le sobrevino una arcada, se agachó corriendo delante del inodoro y levantó las dos tapas justo a tiempo, cuando comenzó a vomitar. Estaba muy mareado y no pudo ni contar las veces que vomitó en aquel tiempo. Creía que se ahogaba, y encima los ácidos del estómago le estaban pasando factura en la garganta, la cual empezaba a picarle bastante.

Así estuvo como 15 minutos, echando papilla. Y cuando se hubo encontrado mejor decidió volver a la cama. Al abrir la puerta del baño, su hermana estaba ahí delante, acababa de llegar de fiesta, -¡Bien temprano, si señor!-, –Hermanito, ¿nauseas matutinas?, ¿todavía no te han hablado sobre anticonceptivos?-, -¡Déjame en paz!- y se metió de nuevo a su cuarto cerrando la puerta. No se llevaba muy bien con su hermana, y en ese momento podían haber comenzado una discusión enorme y hasta tirarse de los pelos, que los dos llevaban largos, pero Marcos estaba con muy mal cuerpo y solo quería echarse de nuevo. Si hubiese bebido algo con alcohol, seguro que sería resaca, pero la noche anterior la había pasado a coca colas. Marcos pensaba que podría ser cosa de algún virus extraño, tipo gripe o algo así, aunque la época de gripes gordas ya había pasado. Probablemente cogió frío cuando estuvo sentado con Adela entre los ciruelos, “Sí, debió ser eso” pensó cuando se echó a dormir.

A las 11 su madre entró en la habitación algo alterada, -¡Marcos! ¿Te encuentras bien? Tú hermana dejó una nota diciendo que estabas vomitando esta madrugada.-, “Qué mentirosa”, -¿Esta madrugada? Si fue a las 8 y media de la mañana Y ya me encuentro bien. Debió ser una purga del estómago o algo así.-, Su madre empezó a tocarle la frente algo histérica -¿Qué bebiste anoche?-, Marcos intentaba zafarse de las manos de su madre –Whisky de malta escocés a porrón, pero creo que lo que me sentó mal fue el garrafón de ginebra que me metí después… ¡Mamá, para ya!-, -¡Ay, hijo! A veces no diferencio cuando eres sarcástico de cuando no.- Su madre se enfadó un poco, pero ya se le pasaría.

Aguantar que todavía se le trate como a un niño. Una madre súper protectora que lo único que quiere es velar por el bien de sus hijos, sin darse cuanta de todo lo que ocurre en su propia casa. Su querida hija es la peor de la familia. Al menos Marcos creía saber la verdad. Su hermana era una cínica, una pija redomada, una persona con la que él nunca hubiese querido estar emparentado.

No soportaba ver como con la edad que tenía le daban rabietas que poco faltaban para acabar pataleando en el suelo, porque se encaprichaba de cualquier cosa, y sus padres por no oírla le terminaban comprando exactamente lo que ella pedía. Si se encaprichaba de zapatos de 300 euros, allá iba mamá a comprárselos, porque claro “ya sabes como es tu hermana” decían cada dos por tres.

Pero daba igual. Tampoco es que tuviese mucho trato con ella. Marcos había tomado la determinación de ignorarla, mientras que ella no le dirigiese la palabra todo iría bien, no tendría que aguantarla, seguro que le molestaría más que la ignorasen que otra cosa.

Pero bueno, ya era hora de levantarse algo y desayunar, porque las tripas le estaban sonando hambrientas, algo normal después de echarlo todo esa mañana.

Se levantó, se puso una chaqueta encima del pijama, las zapatillas de estar por casa y bajó a la cocina.

Su padre estaba viendo los entrenamientos de las carreras de motos y su madre parecía estar preparando un cocido madrileño. Cogió los cereales del estante, la leche del frigorífico y un tazón. –Mamá, ¿me pasas una cuchara?-, -Toma hijo.-, Su madre seguía a lo suyo, parecía que estaba quitando la espuma del caldo del cocido y la tiraba al fregadero, eso siempre le daba un poco de asco y ponía caras raras, pero si la dejaba sería peor, porque su hermana no lo comería.

De vuelta en su cuarto decidió hablar con Fran por el Messenger, a ver que tal había ido esa noche con la niña morena. Por mucho que le hubiese gustado mandarle a la mierda, le picaba más la curiosidad.

Se conectó en modo no disponible, pero su amigo no estaba conectado. Echó una mirada y desconectó de nuevo. Tenía pensado mirar como iban las descargas del emule cuando le sonó el teléfono móvil.

-¿Marcos?-, -¡Hombre Fran! ¿No me vas a contar como fue anoche la cosa?-, -Estaba conectado al Messenger en modo no conectado cuando te he visto entrar, tenía que llamarte tío. No te lo vas a creer.-, -Dime, ¿hasta donde llegaste con ella?-, -No es eso, se fue a casa a la 1, para coger el metro y luego no sé que pollas más. Se trata de algo gordísimo que ha pasado en la uni.-, Fran hizo una pausa, Marcos ya sabía que se trataba de una pausa para engendrar más misterio al asunto, solía hacer lo mismo en las partidas de rol, las hacía cada dos por tres, otra de las razones por las que era tan malo como director de juego. –Cuéntame de una vez.-, -Ha habido un asesinato en el campus.-, -¿Qué dices?-, -Que sí tío, pon la tele, seguro que lo sacan en las noticias o algo. Han matado a una chica.-, -¿A quién?-, las malas noticias no le gustaban nada a Marcos. –No sé quien es, no nos han dejado acercarnos mucho, la han asesinado cerca de la rotondita que hay entre la calle de detrás de las facultades la de Adam Smith y la que sube para la Resa, la que está en obras de un tal Keynes, macroeconómico, pero estaba pegada a la facultad. El caso es que al parecer la han encontrado esta mañana a las 9 o así dos tíos que iban súper pedo que venían de fiesta esta mañana, y uno de ellos ha ido a mear a la pared antes de subir la cuesta y la ha visto. Pero no nos han contado nada, se los a llevado la policía y todo. Todavía hay una montada ahí de aúpa.-, Marcos no daba crédito, lo mismo Fran le estaba mintiendo, ¿cómo iban a haber asesinado a una chica en el campus?, hace años se habló de un exhibicionista o algo así, pero de ahí a asesino…

domingo, 23 de marzo de 2008

Minuto de Silencio

El título me ha gustado, "Minuto de silencio" y probablemente llame así la "novela" que estoy escribiendo.
Pero esta entrada va por otra cosa. Va pòrque pido ese minuto de silencio por mi portatil, antes de ayer, a eso de las 10 de la noche, yo preparaba ya hasta el capítulo 10, e iba a colgar el capítulo 7, que algunos esperaban y otros no, pero en fín, el caso es que el ordenador, mientras tenía el archivo word abierto, comenzó con los temidos pantallazos azules.
Al reiniciar el equipo, me quedé pálida, se me helaron hasta las pestañas y me vinieron los sudores fríos (sí, es muy peliculero, pero tenéis que entenderme) windows no podía iniciarse, proque los archivos estaban dañados.

Es irrecuperable.

He de vovler a escribirlo todo, y seguro que ya no quedará como lo tenía pensado, pero bueno, pido paciencia.

Besos a todos.

jueves, 13 de marzo de 2008

Noname 6


-Venga tío, que están allí esperando.- le decía Fran. Marcos ya había perdido de vista a Olga, así que ya que más daba. Aunque hubiera jurado por un momento que ella quería hablar con él. Pero bueno, ya era tarde para pensarlo. Si hubiese reaccionado antes…

Fran y él se dirigían hacia la puerta del McDonal's. Había dos chicas esperando y mirándolos. Aunque solo una de ellas sonreía nerviosa. Una morena de pelo largo y rizado, guapita, delgada, una chica normalita que no paraba de mirar a Fran. La otra chica era bajita, no tan delgada como su amiga, llevaba gafas de pasta negra, muy parecidas a las de Marcos, pero con más dioptrías, eso se veía a la legua, porque los ojos marrones de la chica se veían muy pequeñitos, tanto que hubiese jurado que estaba bizca y era una forma de disimularlo un poco.

Marcos no era feo precisamente, un moreno de ojos claros, con buenos rasgos masculinos, pero que siempre llevaba barba de días y el pelo largo desaliñado, que añadiendo su carácter más apático con las chicas le hacía quedar siempre como un aburrido friki. Fran no era así, era guapo, con el pelo mucho más corto que Marcos, alto y de complexión más atlética, él lo tendría más fácil si no fuera porque también le consideraban un friki monotema.

Así que así pasó la hora de la comida y la gran parte de la tarde. Marcos no paraba de hablar de sus partidas, y eso a Vero no le hacía mucha gracia, estaba claro que se estaba aburriendo muchísimo. Marcos quiso ayudar un poco a su amigo e intentaba variar la conversación. Quizá no tenía mucha experiencia charlando con chicas, pero sabía e intuía que era mejor dejar que ellas hablasen, y sobretodo de temas que a ellas les interesasen si es que Fran quería llegar a algo con aquella chica. Pero Su querido amigo no se daba por aludido, hasta que en un momento dado las dos chicas dijeron que les disculpasen y se levantaron de la mesa en dirección a los servicios.

-Fran para ya, que las estás espantando.-, -¿De qué me hablas tío?-, -¿Tú crees que a ellas le interesan en lo más mínimo tus partidas de Dragones y Mazmorras?, ya te respondo yo ¡no! Y a este paso se van a ir a sus casas ya, con cualquier excusa tonta, y no va a volver a quedar contigo. Tío que no me extraña que seas virgen. Y ahora no me vengas con lo de que soy un puto borde. Hazme caso, esto es por tu bien. ¡Cambia de tema!, no relaciones cualquier frase que ellas digan a algo que te pasó en tal partida cuando tal cosa. Qué sé que a ti te emocionan mazo esas cosas, pero a ellas no. ¿Has visto como van vestidas? Son unas pijas rematadas. ¿Quieres enrollarte con Vero?, cuando vuelvan dirige la conversación a su terreno, que se sientan más cómodas, ¡Por Dios!-, Fran parecía sorprendido porque nunca había pensado que alguien pudiese aburrirse de D&D, pero bueno, si lo pensaba detenidamente había pocas chicas que jugasen a juegos de rol, así que era muy probable que tuviese razón.

-¿Y tú porqué no tienes novia si sabes tanto de chicas?-, -¿Yo?, porque debo ser gilipollas.-, Marcos le dio otro trago a su coca cola bastante disgustado mientras miraba al vacío, deseando que aquella cita se acabase lo más rápido posible. Además tenía unas ganas tremendas de salir a la calle, allí dentro no podía fumar, y llevaba ya 3 horas sin echarse un cigarro.

Las chicas regresaron y Fran pareció hacerle caso a Marcos, la conversación fue redirigida al campo contrario, y a Vero le cambió la cara. Estaba más animada y se sentía más coqueta, algo que dejaba claro al no dejar de retorcer insistentemente un mechón de pelo.

Como ya no lo aguantaba más se decidió a salir a fumar un cigarro. –Chicos voy fuera 10 minutos, necesito fumar.-, -Vale tío. No nos moveremos de aquí.-.

Cuando salió a la calle todavía había luz pero el anochecer estaba muy cerca.

Que bien podía respirar ahora que estaba fuera del McDonal's, y eso que se iba a poner a intoxicar sus pulmones.

Se encendió un cigarro y lo cogió con ganas las 3 primeras caladas, después se dijo a sí mismo que como siguiese dando caladas tan seguidas se acabaría mareando.

Se quedó mirando a su izquierda las idas y venidas de viajeros y autobuses. Había otros chicos cerca de él que también estaban fumando, solo que ellos estaban acompañados. Como le jodía fumar a solas, lo necesitaba pero odiaba la soledad mientras veía como otros disfrutaban de compañía, ya fuesen 10 estúpidos minutos mientras fumaba o las cerca de 3 horas que tardaba todos los días en transporte público, completamente solo. Eso era lo que le vino a la mente en ese momento, lo solo que se sentía todos los días. Porque él no tenía a nadie que le acompáñese a ningún lado nunca.

Aunque nadie le estaba mirando, se sentía observado, como si murmurasen que estaba solo y fumando tristemente. Así que se puso a andar, daría una vuelta sencillamente cruzaría por el paso de cebra de enfrente, rodearía toda la fuente y volvería al McDonal's.

Olga había cogido el metro se dirigían al centro de Madrid, su amiga le había dicho que tenía que ahogar las penas en un bar, por muy absurdo que sonase, no se iba a emborrachar, porque si lo hacía le daría el bajón y estaría llorando toda la noche hasta volver a casa.

Iban hacia Alonso Martínez para hacer trasbordo y redirigirse a San Bernardo. Su amiga quería salir por allí en busca de chicos, cosa bastante sencilla. Pero el porqué iban tan temprano no lo tenía claro.

Cuando salieron del metro y miró alrededor a la gente que había por allí. Parecía que Esther lo había hecho a propósito.

Ahí estaba su Ex. El chico que le había dejado hacía prácticamente 4 días. Y daba la casualidad que estaba con otra chica, bien agarraditos, mientras charlaban con sus amigos.

Olga miró a Esther, la cual se mordía los labios.

-Sé que puede parecer que lo he hecho aposta, pero te aseguro que no quería hacerte daño. Sabía que estaban aquí sí, pero…-, Olga se acercó a su amiga dando la espalda al grupo de su ex. –Vamos de bares.-, Imaginaba que no lo hacía por hacerle daño, pero estaba bien abrir los ojos. Se había imaginado que él volvería y le pediría perdón, le diría 100 veces que la quería y no podía estar sin ella. Que cría había sido. La imaginación hace que subas y vueles, y mira como es la caída. Estaba muy dolida y si seguí pensándolo acabaría llorando igualmente, se emborrachara o no.

Marcos llegaba ya a la puerta del McDonal's, había dado las vuelta completa y hacía dos pasos de cebra que se había acabado el cigarro.

Cuando iba a entrar, Adela, la amiga comodín, le vio y le hizo una seña con la mano para decirle que no entrara. Se levantó y dejó a la pareja sola. Salió por la puerta. Y se quedó con Marcos.

-Creo que es el momento de dejarlos solos.- Le dijo. Él agachó la mirada. –Podemos sentarnos ahí donde los árboles esos. ¿Son cerezos o ciruelos?, como los dos tienen las florecillas pequeñas y rosas me confunden.-, mientras caminaban a sentarse en los macetones de los árboles. –Yo creo que son ciruelos, cerca de mi casa en Alcalá hay árboles como estos, y aquellos sé perfectamente que son ciruelos negros.-, Adela sonreía, por fin le había sacado unas palabras al chico de compañía.

Noname 5

Marcos salía de su última clase. Tenía que llamar a Fran, a ver en que cafetería comían hoy.

-¿Fran? ¿Bajas o subo a la Resa?-, -Hay cambio de planes. Adivina quién va a comer con nosotros.-, -No estoy para adivinanzas. ¿A dónde vamos y con quién?-, -Pues me ha llamado Vero, y Adela y ella, van a Plaza de Castilla ahora mismo. Así que vamos a conocerlas y comer por allí en el McDonal's o donde sea. ¿Te apetece?-, -¿Tengo alternativa? Ya he dicho en mi casa que no iba a comer, así que… no me queda otra.-, -Espérame en el pabellón B, o ¡no! Mejor enfrente del Rectorado, llegaremos antes si cogemos el bus. Bajo en un momento. Hasta ahora.-.

Ahora Marcos estaba cabreado. No solo por el cambio de planes de última hora, sino porque encima tenía que ir echo un guarro a la doble cita. Y se tendría que gastar más dinero en la comida, y seguramente, no se quedaría la cosa en una comida. Total, que este no era el mejor momento para tener que ir a una “cita”, sin dinero, mal vestido, y con la mochila a cuesta todo el santo día.

Cuando estaba enfrente al rectorado vislumbró la cola de gente que esperaba el autobús. “Buena idea Fran, seguro que llegamos antes… si no tenemos que esperar 4 autobuses.”

Casi 15 minutos después y un autobús menos, Fran llegó hasta donde estaba Marcos.

Venía perfectamente vestido, peinado incluso. Olía a desodorante que echaba para atrás y a Hugo Boss. Por supuesto no llevaba la mochila de clase “¿Pero cuando iría a clase este chico?”. El único que tendría que ir cargado como una mula toda la santa tarde sería él mismo, como le repateaba eso.

Se pusieron a hacer cola. Marcos calculaba que probablemente entrarían en el siguiente bus, pero lo de sentarse…. iba a ser que no.

-Estoy nervioso.-, -Ya se te ve. Quizá si dejaras de pegar saltitos histéricos no se notaría tanto.-, -Oye Marcos. Ya sé que no te hace ilusión, pero macho llevas unos días tremendamente borde. Te lo he estado aguantando, pero ya estás de un insoportable…. O nos cuentas que coño te pasa o recapacita un poco antes de decir las cosas. Si llego a saber que te ibas a poner como una fiera no te abría dicho que me acompañases. Te considero un amigo, pero tío, ya está bien.-, Marcos se quedó sorprendido, Fran pocas veces hablaba en serio, y si lo hacía y echaba la bronca era realmente porque estaba hasta las narices. Y era verdad que llevaba días sin ganas de nada, y estaba a la que saltaba. En realidad no tenía explicación, sencillamente la vida le estaba pareciendo excesivamente monótona y aburrida. Si hubiese sido una chica, lo achacaría a la regla, como hacía su hermana en casa cuando daba malas contestaciones.

-Lo siento. En realidad no sé que me pasa. Perdona tío.-.

Llegó un bus y por fin la fila de gente empezó a avanzar. Llegaron a entrar pero como pensaba Marcos se tuvieron que ir para atrás y se quedaron de pie.

Cuando arrancó el bus, Marcos buscó donde agarrarse, principalmente solía cogerse al cabecero de un asiento, para no tener que ir con los brazos para arriba durante más de un minuto, acababa con un dolorcillo muy molesto por la postura.

Fran se le acercó al oído un poco y le dijo bajito –Mira a esa pelirroja. Está tremenda.-, cuando Marcos miró hacia donde le señalaba Fran con la cabeza vislumbró el pelo rojizo entre algunas otras cabezas. Estaba sentada y de espaldas, pero como iba hablando con la chica de su izquierda de vez en cuando se le veía de perfil.

Marcos la reconoció, era la misma chica que a principios de esa semana había salido corriendo de la facultad y se había quedado llorando bajo la lluvia. Olga, la chica con la que había tomado un café y había intercambiado unas palabras cordialmente, ya que no se podía decir que hubiesen mantenido una conversación muy amena.

Parecía otra, hablaba y reía con su compañera de asiento, sin duda alguna amiga suya.

Fran volvió a hablarle –Si es que a mí las pelirrojas…puff.-, no hacía falta que le dijese más, ya sabía perfectamente su problema con las mujeres, que le gustaban todas.

Olga había visto ponerse en la fila, más atrás de donde estaba ella y su amiga, al mismo chico que días atrás le había estado medio consolando. La verdad es que le hubiese gustado saludarle, pero tal y como se habían despedido en la cafetería era muy probable que ni siquiera quisiera dirigirle la palabra, pensaría que estaba loca.

Con él mismo ánimo de intentar saludarle, se había sentado en el bus, y cuando Marcos había pasado por el pasillo le había estado mirando, pero él solo miraba el suelo. Tal vez la había visto pero no quería saludar, total, ¿qué mas daba? eran unos completos extraños.

Cuando nos queremos hacer notar, que nos miren o llamar discretamente la atención hablamos como cotorras, reímos un poco más alto que de costumbre, gesticulamos más y nos movemos cada dos por tres con cualquier excusa. Así que eso era lo que estaba haciendo Olga. Tal vez no lo hacía aposta, pero inconscientemente tenía ganas de llamar la atención de Marcos, que supiese que estaba allí.

Cuando el autobús llegó a Plaza de Castilla, la gente empezaba a empujar ligeramente al de delante para aglomerarse en la puerta. ¿qué más le daría a la gente esperar un poco y salir todos ordenados?.

Pues no, Marcos estaba siendo empujado hacia delante, con la marea humana. A la altura de los asientos donde estaban Olga y su amiga, se paró cortésmente para dejar que salieran, la chica rubia se levantó y ni dio las gracias, cosa bastante normal. Entonces Olga se levantó y le miró, le dijo un solo hola, sonrió y salió al pasillo, justo por delante de él.

Bajaron del autobús, Marcos y Olga se quedaron mirando, como si quisieran comenzar una conversación, pero entonces Fran empezó a tirar de Marcos insistente, le quería dirigir hacia la derecha. Y la amiga de Olga cogió por el brazo a ésta y tiró de ella hacia la izquierda. El resto fue cosa de la marea de gente que siguió bajando del autobús.

martes, 11 de marzo de 2008

Noname 4


Al poco rato su madre vino y le preguntó si iba a cenar algo, pero él le dijo que se había tomado un café y tenía el estómago revuelto, -No me extraña que estés tan delgado, no comes nada.-, y se fue de la habitación.

Encendió el portátil y puso el Messenger. Nada más conectarse ahí estaba Fran que le abrió una ventana de conversación. Le dijo cuatro chorradas sobre la partida, el punto en el que estaban y donde empezaría más o menos con él el viernes. A Marcos cada vez le parecían más aburridas las partidas de D&D en la Resa. Eran muy monótonas, y Fran no era buen Master. Aunque ya le habían comentado que hiciera que las partidas fueran un poco más realistas (pese a lo imaginario y fantasioso del juego), incluso que podían variar de vez en cuando y jugar a la Llamada de Cthulhu, de forma un poco más actual. Fran se negaba, acérrimo a su Dragones y Mazmorras de toda la vida. Además ahora estaba más pesado todavía desde que hacía unos días había muerto el gran creador Gary Gygax, decía que se lo debían. Como si le hubiese conocido en persona.

La conversación declinó un poco en el otro tema favorito de Fran, la chica que le gustaba. Loco por una chica de su clase que además también vivía en la residencia. Al parecer acaba de verla cuando había bajado a despedir a Diego y a Mario, e incluso ¡OH Dios mío! Ella le había saludado. Fran se volvía loco por una chica todos los nuevos cursos. Y pese a que ya habían sido 4, a ninguna jamás le había pedido una miserable cita, ni tan solo había quedado en grupo. Pero ¿quién era él para meterse con Fran?, que tan solo había tenido una novia “formal” y solo había llegado a darle algún que otro furtivo beso. Con 23 años seguía siendo virgen, él y por supuesto sus amigos. Aunque al parecer Mario ya había perdido la virginidad, con una tal Lorena, el verano pasado, pero claro, las historias veraniegas pueden ser inventadas. Ninguno de ellos había estado allí para comprobarlo, y como cada uno había pasado el verano por su lado, nadie recriminaba. Hasta Marcos contaba como había estado de “rollo” con una amiga del pueblo de su hermana, cosa que si bien no era cierta del todo, no era tanta mentira. Sí que se gustaban, pero no había pasado nada, porque en el fondo Marcos era otro gallina cortado, igual que el resto de sus amigos.

La existencia de Marcos ahora se basaba en la carrera de economía, que algún día terminaría, y quedar para echarse unas partidas de vez en cuando.

Sus amigos de Alcalá salían, por supuesto que salían, pero a él nunca le llamaban, y eso le molestaba, tener que ser él quien llamase siempre, le hacía pensar que ellos no se interesaban en lo más mínimo en que los acompañase. Ni siquiera le comentaban los planes cuando los veía por el Messenger.

Cuando ya estaba tremendamente cansado de leer una y otra vez como Fran ponía por las nubes la forma en que Claudia ( el nombre del nuevo amor platónico de su amigo) le miraba, o hacía todo lo posible porque él la mirase, le dijo que estaba cansado y que se iba a dormir. – ¡Son las 10 y media!-, -Me da igual la hora que sea, yo estoy hecho polvo, el mal tiempo me “aplatana”.-. Se puso en modo no conectado, y vio que Guillermo estaba “online”, así que le abrió una conversación para preguntarle, el porqué le había dejado tirado en la Uni.

Al parecer le habían robado el coche, obviamente era más urgente poner la denuncia pertinente que ir hasta la facultad para darle unos apuntes. Marcos lo comprendió, pero estaba enfadado por el viajecito que se había tenido que dar. Pero ya que estaba le habló de lo que había pasado con la pelirroja de económicas. Por la descripción y el nombre, Guillermo le dijo que era posible que la conociera, por lo visto habían coincidido en Macroeconomía de 1º. Pero Marcos era la primera vez que había visto a esa chica, o tal vez en su estado normal de ensimismamiento no había caído en ver a la única pelirroja natural de toda la facultad.

Ya estaba harto de tanto tecleteo y decidió irse a dormir. -Mañana será otro día- se dijo.

El jueves pasó como siempre, clases a las 9 y cuando dieron las 12 para casa. Lo mismo de siempre, tren, metro y autobús, pero llegó a casa y tenía para comer paella, algo que le ponía de buen humor, porque le encantaba la paella. Terminada la comida se puso a estudiar.

Enclaustrado en su habitación sin ánimo ninguno de salir a ningún sitio sufrió una llamada al móvil, cosa bastante extraña, pues a esas horas no solía llamarle nadie, la siesta era sagrada.

-¿Qué pasa?-, -¿Marcos? Soy Fran. ¿Tienes un minuto?-, -Estaba estudiando, pero sí, dime.-, -Es que como no estás conectado no podía hablar contigo y necesitaba hablar con alguien.-, -¿Qué te ha pasado?-, -Es que verás. No sé si te acordarás de una chica con la que hablaba por Internet mucho.-, -Sí, otro de tus amores platónicos.-, -Pues este no es tan platónico. Esta mañana estábamos hablando como siempre, en plan de amigos. Y no sé como derivó la situación, que acabó diciéndome que yo le gustaba…-, -Claro, y tú no vas a desaprovechar una oportunidad así. Es obvio.-, -El caso es que he quedado con ella. Y bueno quedamos en Alcalá, y quería pedirte un favor, pequeñito, de verdad, que si me ayudaras serías el tío más grande del mundo.-, -A ver, ¿el qué?-, -Quiero que me acompañes, por favor.-, -Joder, pues valla ganas que tengo yo de ir de sujetavelas.-, -Bueno, como sabía que dirías eso, le pedí que llevase ella también una amiga. Así vamos en plan de dos parejitas.-, -Y ¿a ti no se te acorrido pensar en que es probable que siendo las dos de Alcalá, cabe la posibilidad de que las conozca, y que en un pasado cercano, en el colegio o en el instituto, tuviéramos problemas, nos llevásemos mal o algo por el estilo?-.

Al final accedió. Era demasiado blando como para decirle que no. Y la cosa quedó en que el sábado tenían una cita doble. Ya había tenido varias quedadas de ese tipo. Era el amigo comodín, para la amiga comodín. Y por supuesto la amiga sería bajita, regordeta, tal vez gafas y aparato dental, y aunque el aspecto físico de la chica a él no le importase, porque total solo tenía que hacer el favor de acompañarla durante los ratos en que la otra pareja se estuviese metiendo mano, por algún otro rincón del bar, la chica sería una repelente feminista, que se estaría quejando toda la noche del lugar en el que la había metido su amiga. Sí, sería un sábado cojonudo, aguantando a cualquier bicho raro.

lunes, 10 de marzo de 2008

Sin título 3


-Aquí tenéis, ¿templados?-, el camarero no había tardado prácticamente nada en hacer los cafés. -Sí.-Marcos, lo solía tomar con la leche fría porque normalmente no tenía tiempo de dejarlo enfriar, pero en ese momento se le escapó una afirmación y no quiso rectificar. -Yo lo quiero caliente.- A ella le vendría bien, cuanto más caliente mejor.

Puso la leche y dijo -1’20 los dos.-. -Ya pago yo.- Dijo Marcos, pero fue tarde, Olga había sacado el dinero antes y pagó los dos cafés.

Marcos se quedó con cara de querer decir que no, pero no pudo porque el camarero se alejó. “rastrero” pensó.

-¿Porqué has pagado?- le miraba entre indignado y curioso. -Si no llega a ser por ti todavía seguiría en mi mundo ahí fuera, y tal vez mañana tendría que ir a un hospital con pulmonía aguda. Es mi forma de agradecértelo, aunque sea un triste café. -Cogió la taza de café y le dio un buen trago. Marcos no se explicaba como no se estaba abrasando la garganta. Cogió su taza y empezó a beber poco a poco, a él le quemaba solo con estar supuestamente templado. Dejó la taza y miró al suelo.

Olga también dejó la taza. Durante casi un minuto los dos se quedaron pensando, sin decirse una sola palabra, hasta que Olga volvió a coger la taza de café, le dio otro trago largo, con el que acabó de beberse todo el café y dejó la taza a la vez que se ponía de pie, por lo que Marcos levantó la vista y la miró.

-Perdona que me valla así. Pero esto empieza a parecerse a una cita que no llegará a ningún lado. Y yo debería irme a casa para cambiarme la ropa mojada.-. Se colocó la mochila a los dos hombros y le tendió la mano de nuevo a Marcos. Éste se la estrechó y dijo –Un placer.-, ella sonrió, se dio la vuelta y se fue.

A él todavía le quedaba café, pero lo cierto era que no le apetecía tomárselo. Le apetecía fumarse su último cigarro, coger el tren para casa y buscar un estanco abierto.

Cuando estaba de nuevo fuera fumando volvió a sonarle el móvil. La canción que sonaba en su teléfono era “Desde mi Cielo” de Mago de Oz. Que triste sonaba ahora bajo la lluvia.

-¿Sí?, dime.-, -¿Marcos?, que lejos te oigo tío. Soy Fran, ¿estás haciendo algo ahora mismo?-, -Irme a casa.-, -¿Dónde estás?-, -En la puerta de la estación de tren, en la Uni.-, -¡Súbete a la Resa! Estamos echando una partida, necesitamos un tío con un par de cojones…. que Diego y Mario….-, -No tío, estoy matao de cansancio, me vuelvo a casa.- le cortó porque sabía que se liaría a hablar y él quería irse. Hoy no estaba para jugar al Rol. –Te juro que mañana me paso, o mejor el viernes, que tengo dos horas de nada y salgo a las 12, comemos y jugamos.-, -Joder Marquitos, no nos hagas esto.-,

-Ahora no puedo, es tarde y si me pongo a jugar ahora llego a las mil a casa. Te dejo vale, que voy a perder el tren. Hasta luego, te veo en el Messenger.-.

Se montó en el último vagón, iba menos gente ahí. Se sentó al lado de la ventanilla, aunque no haría mucho porque ya estaba oscureciendo y en contraste con la luz de dentro solo veía el reflejo del vagón.

Se puso los cascos del MP4 y empezó a escuchar su música, en 15 minutos, unas 4 canciones aproximadamente estaría en Nuevos Ministerios, así que cerró los ojos, prácticamente ya lo tenía calculado, cuando empezase la cuarta canción los abriría para estar preparado.

Cuando empezó a sonar “I Don't Want To Miss A Thing” de Areosmith, abrió los ojos y acaba de entrar el túnel entre Chamartín y Nuevos Ministerios. Era mejor mantenerlos abiertos o se quedaría frito otra vez.

Así que cuando el tren paró y bajó puso rumbo a la pasarela que le llevaría rápidamente a la línea 6 de metro, 2 paradas y estaría en Avenida de América. Que pocas ganas tenía de montarse en metro, pero así estaría al lado de casa, en vez de andar 10 minutos más autobús urbano, cuando llegase el tren a Alcalá. En el estanco de Avenida de América compró otro paquete de Ducados Rubio. Antes de llegar a casa se fumaría otro. Fumaba demasiado y lo sabía.

Las cosas podrían salirle bien de vez en cuando. ¿Y porqué se encontraba tan hecho polvo cuando se tiró boca abajo encima de la cama?





Ya se me ocurrirá algún buen títutlo conforme avance en la trama, que aún queda muuuuuuuucho.

jueves, 6 de marzo de 2008

Sin título 2


Ya no estaba llorando, solo se sentía disfrutar con la lluvia, aunque el frío ya estaba alcanzándola miraba al suelo pensativa, y en un momento dado, sintió una sombra y el agua dejó de caerle por encima. Cuando levantó la vista, vio a un chico moreno con el pelo rizado, desordenado y unos ojos claros tapados por unas gafas de pasta negra, que la miraba fijamente.
"Creo que vas a ponerte mala si sigues ahí sentada.", el chico la cubría con un paraguas.
"No me importa." Él la seguía mirando fijamente y la situación se le hizo incómoda tras unos segundos sin mediar palabra. Cuando la situación se hizo más tensa, él chico dijo "Deberías entrar, hace frío."
No sabía porqué pero el caso es que se levantó. Él le sacaba algo de altura, tal vez 10 centímetros, no mucho, era delgado, algo desgarbado quizá y vestía con una chaqueta de cuero negra y vaqueros. Se acercaron a las escaleras y subieron.
Él cerró el paraguas y lo sacudió. Ella estaba quieta, no sabía si entrar dentro o no.
"Pasa dentro.", y aunque estaba sorprendida entró por la puerta abierta de la izquierda.

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Marcos la observaba mientras entraba. Quizá debiera dejarla en paz ya, con hacer que entrara sería suficiente para que no hubiese que llamar a una ambulancia por hipotermia.
La pelirroja tenía los ojos marrones claros era delgada, y llevaba ropa holgada. Quizá se notaba más ahora porque estaba tiritando. Y pese ha que estaba mojada de arriba a abajo la ropa no se le pegaba al cuerpo. El abrigo verde, estaba más oscuro de lo normal, y encima lo llevaba abierto, con la mochila colgada a un solo hombro. Se ve que salió corriendo de lo que estuviese huyendo cuando salió a la calle.
No sabía que hacer, pero dejarla en ese estado mientras ella le observaba con mirada estupefacta no le parecía adecuado.
Como no paraba de tiritar, se le ocurrió que debería tomar algo caliente.
"¿Vamos a la cafetería?", ella puso cara de asombro o tal vez de miedo, era una extraña mezcla, incomprensible para él en ese momento.
"No me malinterpretes, solo creo que sería conveniente que tomases algo para hacerte entrar en calor, ¿no?", ella pareció relajarse un poco, pero la expresión seguía siendo la misma. "Podemos ir a esta de aquí, la pequeña, la que está aquí arriba a la derecha.", ella pareció relajarse un poco. "Está bien. Tienes razón." Y mientras decía esto se daba la vuelta dirección a las escaleras de la derecha.
Marcos reaccionó a tiempo para seguirla de cerca. ¿Porqué se metería en la vida de los demás? ahora seguramente ella le mandaría a la mierda, y era predecible, puesto que no se conocían de nada.

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Menos mal que en este lado hay una cafetería pequeña, no lo recordaba. Se hubiese muerto si hubiese tenido que ir hasta la grande del fondo. Pues allí era donde estaba él ahora mismo, rodeado de sus amigos, con los que indudablemente estaría comentando los pormenores de la ruptura.
Así que giró a la derecha y entró en la cafetería. No había casi nadie, un grupito de chicas de económicas por un lado, y un par de chicos por otro. Se dirigió a la parte de la izquierda, la quedaba algo resguardada de la puerta de entrada, dejó la mochila en el suelo y se sentó en un taburete. El chico moreno estaba tras ella, arrastró otro taburete hasta una distancia prudencial de ella y se sentó.
El camarero se les acercó. "¿Qué queréis chicos?", "Un café con leche" dijo ella y le miró dándole a entender que pidiese a continuación. "Café con leche también.".
Mientras el camarero se iba a preparar los cafés él la miró y dijo: "Me llamo Marcos." y le tendió la mano, ella se la estrechó, le pareció que la tenía muy caliente, pero en realidad es que ella estaba helada. "Yo soy Olga.", "pues Olga, me alegro de conocerte." y añadió "No pretendía incomodarte al acercarme a hablar contigo, pero creí conveniente que no te quedaras fuera con la que está cayendo." Ella suponía que era con buena intención, aunque no se había parado a pensar, porque aquel chico se estaba preocupando por ella. "Te lo agradezco. Pero de verdad que no hace falta que te quedes aquí conmigo, tendrás cosas que hacer y yo estoy molestándote.", "¡OH!, no, no te preocupes por mí, a mi me acaba de dejar tirado un amigo." A ella le cambió la expresión de la cara a tristeza. "No quiero que pienses que intento ligar ni nada por el estilo, jeje. Es solo que bueno.... te vi. allí fuera y.... pensé que te pasaba algo. Yo soy así no puedo ver a alguien tan solo y no ir a ver si puedo ayudar. Perdóname por entrometerme. Pero es obvio que algo te pasa, y no quiero que me lo cuentes, tampoco voy a andar metiéndome más. Está claro que no le vas a contar al primer extraño que pase tus problemas. Pero te vi llorar y no pude evitarlo.". Hacía algunos aspavientos con las manos y los brazos. Estaba claro que estaba nervioso.

Aún no tiene título.



No iba corriendo, pero lo suficientemente rápido para avanzar sin llamar la atención. Aguantaba la respiración, las grises paredes se le hacían interminables, se ahogaba cuando estaba a punto de salir, llegaba a la puerta y se chocaba contra un chico que entraba cerrando el paraguas.

Como agradecía al cielo que estuviese lloviendo, nunca antes había agradecido algo tanto, que lloviese, que todo el campus se inundara, el agua fría caía con fuerza, y eso era algo por lo que rezaba en este momento, que lloviese, que no parase hasta que ella quisiese.

No solo se borrarían las huellas en el barro reseco de los jardines, si no que se borrarían las lágrimas que caían por sus mejillas. No tenía claro si lo lograría, pues le escocían y quemaban como si fuera ácido en vez de agua salada.

Se sentó en uno de los bancos de piedra enfrente de la facultad de económicas. A esas horas poca gente pasaba por allí, y menos con la que caía, irían por dentro de las facultades y pasarían de una a otra sin mojarse. Pero ella lo único que quería era calarse mientras seguía llorando sin control. Era estupendo esconderse en la lluvia, dejar que le cayese por la cara, bajara por el cuello y se le metiese por el jersey empapando hasta el sujetador.

Hacía minutos había aguantado las lágrimas, que luchaban salvajemente por salir. Había tenido que atravesar un pasillo subiendo escaleras, y se había cruzado con contadas personas que aguardaban a que amainase, sentados a las mesas. Nadie había reparado en la chica que cruzaba la facultad hasta la puerta principal. Y no sabía porque precisamente había tenido que salir por la principal, con lo fácil que hubiera sido salir por la de cafetería, a la calle Karl Marx en vez de a la de Francisco Tomás y Valiente.

Pensaba en la universidad, ¿qué hacía ella allí?, ¿de verdad quería seguir estudiando en un sitio que recordaría ahora como el lugar de un hecho terrible en su vida?

Él había sido claro, “Sé que han sido 5 años juntos, pero no te quiero”. Así que ahí estaba ella, destrozada, rota y llorando mientras el agua de lluvia le calaba hasta los huesos.

Eran las 6 y media cuando Marcos salía del cercanías, Cantoblanco era un rollazo tremendo, mete el abono transporte, saca abono transporte, abre puertas, pasa puertas, cierra puertas…..

Cuando salió de la estación llovía a mares. Menos mal que llevaba un paraguas de los chinos en la mochila, lo cogió y lo abrió, pero antes de empezar a caminar, se sacó el paquete de tabaco y el mechero del bolsillo pequeño de la mochila y se encendió un cigarro, mientras contaba que solo le quedaban 2 más.

Sabía que no era buena idea ir por la calle principal porque se mojaría mucho, pero quería apurar ese cigarro, y como no se puede fumar dentro, tomó el camino largo. “Maldito vicio.”.

Pasó entre las columnas de hierro verde, subió las escaleras, apagó el cigarro con lástima y mientras entraba por la puerta cerraba el paraguas. Entonces al parecer una chica salía a toda prisa de la facultad y le pegó un empujón, él se dio la vuelta indignado, esperaba una disculpa por el atropello, pero en vez de eso, la chica bajó las escaleras principales corriendo y se sentó en el banco de piedra con la cara entre las manos. “Está loca, se va a empapar y a coger una pulmonía.”. Tampoco era que le interesase demasiado lo que hiciera, pero creyó que ella estaba llorando.

Le sonó el teléfono.

“”Sí ¿diga?”, “Oye Marcos, sé que te va joder un huevo, pero no puedo ir a la Uni, he tenido un problema.”, “Y ¿me lo dices ahora que acabo de llegar, que acabo de entrar por la puerta de la facultad?”, “Lo siento tío, es que me ni te he podido llamar antes, te lo explicaría pero estoy muy liado. Va, tío, perdona, te llamo luego”, “Vale, vale, llámame.”.

¿Y ahora que haría? Había ido hasta allí para nada, solo quería unos apuntes de un colega, y va y le falla. Con un día así solo podía volver para casa, porque sin apuntes no haría nada en la biblioteca. Así que se dio la vuelta hasta la puerta, se quedó bajo el techado, se encendió otro cigarro, éste se lo fumaría allí debajo, sin prisas. Y mientras observaba la escena. No había nadie más por allí que él, y la chica del banco, que ahora levantaba la cara hacia el cielo con los ojos cerrados. Estaba clarísimo que había estado llorando y la muy tonta quería arreglarlo mojándose entera. Otra calada, y observaba más a la pelirroja, que con el agua el color del pelo se le había oscurecido a un tono casi tirando a fuego, más que anaranjado.

¿Debería ir a hablar con ella? ¿o al menos preguntarle si se encontraba bien? “Es que podría pensar que me estoy entrometiendo o algo, incluso que intento ligar a la desesperada.”.

Se quedó allí decidiendo que hacer mientras le daba una calada tras otra al cigarrillo que estaba acabándose.

martes, 4 de marzo de 2008

Los antes y después del Photoshop.



Menos mal que sabemos que las retocan, porque a mi me hace sentir fatal...