Hoy me vino a la mente, que en mi perfil os hablo de un libro al cual no le he dedicado ni un solo momento desde que lo leí, y bien sabéis mis antiguos compañeros de Historia como las gasto cuando se habla de los visigodos. Recordemos pues aquel entrañable momento en la ciudad de Recópolis (y para quien no estuvo que se entere ahora) cuando visitamos el castillo de Zorita, pueblo de Guadalajara sin igual, lleno de patos caníbales en el río que se comían los filetes de pollo, cuando por casualidad subimos al castellet y atravesando un pasillo silencioso y oscuro salimos a una balconada como jamás había visto otra que daba lugar a un paisaje austero pero encantador, con aquel enorme precipicio, y fue entonces donde aquí la que tiene la autoría de los hechos, abrió los brazos tipo titanic, y gritó: "Visigodos, visigodas, Leovigildo ha muerto."
Esta frase, a ciertos metros de Recópolis, ciudad del difunto Recaredo e hijo de Leovigildo, causó las risas de mis más queridos amigos.
Puestos ya en materia oscura, os hablo de María Gudín, Una doctora en medicina y especialista en Neurología, que un buen día escribió la novela que lleva por título : La Reina sin nombre. Una hija de reyes, madre de reyes, y un nombre olvidado en la Hispania de los Godos y de los nuevos celtas.
Así se define a la protagonista de esta novela, un personaje de origen desconocido, acogida por los albiones, pueblo céltico que en el siglo VI habitaba los montes del noroeste de España, y conocedora de los secretos de las artes druídicas, que participará en los conflictos territoriales de su época. No obstante, pronto descubrirá su ascendencia real y será reclamada por su verdadero pueblo, los godos.
En el siglo VI, el norte de la Península estaba poblado por astures, cántabros y una serie de comunidades de raíces celtas que habían resistido las cometidas de romanos, suevos, vándalos y godos. En ese contexto, Albión sufre la opresión de Lubbo, un tirano sanguinario que ha reinstaurado el sacrificio humano para adorar a un dios arcaico que muchos desean sepultar: la pacible vida en el valle se ve inmersa en la batalla por la sublevación, y la protegida del druida Enol es secuestrada por guerreros de origen suevo. La llamarán Jana, porque, como las antiguas ninfas de los astures, es capturada junto a una fuente. De este modo, Jana será la encargada de proteger ls copa de poder, una reliquia celta con propiedades mágicas, que Enol le entrega con el fin de alejarla de Lubbo y de la terrible amenaza que supone que éste se apodere de ella.
Tras múltiples sucesos y después de casarse con Aster, lider de los rebeldes y posteriormente príncipe de los Albiones, Jana, a quien le será desvelada su verdadera identidad de princesa perdida, viajará, contra su voluntad, hacia el sur, al reino de los godos, para proteger a los suyos y cumplir con un último deseo: devolver la copa sagrada a los pueblos del Norte.
No voy a desvelar nada más que en la novela aparecen mi querido tito Leovigildo y mis primos Recaredo y Hermenegildo (lo del parentesco familiar solo lo saben aquellos que vinieron conmigo hace dos años a aquella ciudad.)
Os insto a leerlo, por dios, a mi me encantó, y tampoco tiene tantas páginas, unas 450, alguna más puede. Ya sabéis a mis queridos amigos se lo prestaré encantada, con tal de que leáis la historia de otro modo que no el de clase de medieval.